1800-LOJODEN.

Aunque hay quienes se declaran sin ningún tipo de fe, la verdad es que la fe es lo que nos mueve cada día desde que nos levantamos, salimos a la calle a conducir un auto con la fe de que los demás conductores van a respetar medianamente las señales de tránsito y podremos pasar una luz en rojo sin ser atropellados por un desconocido a quien le hemos depositado la fe de que sabe respetar un semáforo en rojo.

A mi esa fe me falló cuando un auto rojo conducido por un hombre de unos 45 años se comió una luz y se llevó nuestro auto por delante. Había soñado con la misma escena un par de meses antes, y mientras que el carro rodaba hasta llegar a su destino final, reviví las escenas del sueño como si esos segundos hubieran sido minutos, después de eso seguí paso por paso las mismas acciones del sueño. Me miré en el espejo retrovisor buscando la sangre que pensé que tendría tras el impacto, como no vi sangre pensé que estaba muerta, como en el sueño. Los muertos no podemos reflejarnos en los espejos, me dije, miré a mi esposo y él estaba en mediano control de la situación, el hombre salió del auto y preguntó si estaba bien, pero como no estaba segura de estar viva o simplemente siendo presa de la ilusión de la mente de que estaba viva estando ya muerta, le dije que no, que llamara una ambulancia.

La policía no tardó en llegar y yo seguía aún en ese limbo donde la duda me carcomía, y donde no podía estar segura de nada, recuerdo que llamé a mi hija para despedirme de ella, pero sólo le dije que habíamos tenido un accidente, era la manera que tenía de asegurarme que por lo menos había escuchado su voz por última vez. Cuando los paramédicos me pidieron que saliera del auto no conseguía hacerlo, lo que reafirmó mi teoría de que estaba muerta y todo eso, era sólo el resultado de la ilusión y el deseo de seguir viva, como la puerta del lado mío estaba destrozada no podían sacarme sino por la puerta del conductor, me sacaron y me llevaron al hospital donde por fin pude comprobar que estaba viva, después de muchos minutos de incertidumbre que se me hicieron eternos.

Dos costillas rotas y el corazón hecho pedazos (no literalmente) me dejó aquel accidente, estaba destrozada porque no podía creer que alguien se comiera una luz roja, porque apenas tenía cuatro semanas de haber tenido una cirugía bastante seria; y porque sentía que estaban pasando demasiadas cosas en mi vida, así que tomé la decisión de dejar todo el proceso legal del accidente en manos de uno de esos números que anuncian en la televisión  y en la radio al que yo llamaré 1800-lojoden. Porque mi experiencia fue bastante desagradable.



El hombre que provocó el accidente negó su culpabilidad, dijo que éramos nosotros quienes nos habíamos comido la luz roja atravesando su luz verde, con tan mala suerte para él, que no sólo había cámaras en la intersección, sino que detrás de mi iba un auto de la policía que vio todo el accidente. El día del juicio el abogado que me asignó 1800-lojoden no asistió a representarme, por lo que me tocó representarme a mi misma, el abogado de la parte contraria nos preguntó a mi esposo y a mí, si nos habíamos asegurado que la luz del hombre estaba en rojo, como si además de mirar la luz en verde, uno tuviera que mirar la luz del otro, parte de cómo funciona el sentido común de algunos americanos supongo.

Si bien en la corte gané el caso, no tuve el mismo éxito con los abogados del 1800-lojoden porque cada vez que los llamaba para que arreglaran mi auto y me dieran uno rentado, me trataban como si yo fuera la parte contraria, no su defendida. Lo que si hicieron fue enviarme al médico cada vez que podían, pese a que les decía que yo estaba conforme con el diagnóstico de mi médico de cabecera que estaba cubriendo mi seguro. Los médicos a los que ellos me enviaron tenían diferentes diagnósticos para mí, uno dijo que tenía solo una costilla rota, otro dijo que no tenía ninguna rota y un tercero dijo que eran tres costillas rotas. Como no sabía como funcionaban las cosas, atendí a las citas médicas a las que ellos me enviaban pensando que por lo menos en ese aspecto se estaban preocupando por mí, nada mas alejado de la realidad porque cuando llegamos al cierre, el dinero que me correspondía a mí, se lo llevaron las oficinas de médicos a donde ellos lo refieren a uno y quienes les dan su comisión por remitirles pacientes  aunque no necesiten el servicio.

Aprendí que uno mismo puede hacer su reclamación al seguro del auto, que uno no necesita ninguna ayuda cuando sufre un accidente,  en eso es muy sincera la empresa que dice llamarse 1800-pain (1800-dolor)  pues es más doloroso usar intermediarios que hacerlo por uno mismo, así que la próxima vez, que espero que no la haya, si usted tiene un accidente en USA por ningún motivo deje que un 1800-lojoden tome su caso y lo jodan como me paso a mí.

Asi quedó el carro nuestro.

Comentarios

juan ha dicho que…
Y la TV y radio estan plagadas de esa publicidad, mas dirigida al publico 'hispano', en el cual el mensaje es 'ten un accidente, -si quieres que te vayas bien en la vida- y recibe compensacion. Otra de las trampas del sistema.

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