LAS GEMELAS FANTÁSTICAS.
Durante 10 años he caminado por la misma playa y he conocido muchas personas que se han convertido en una suerte de amigos ocasionales (itinerantes) son todos aquellos que por cosas del azar caminan a la misma hora que yo y coincidimos a diario, con algunos de ellos a veces nos enfrascamos en conversaciones tan interesantes y básicamente sobre ideas que olvidamos intercambiarnos información personal, cuando nos damos cuenta ya es hora de regresar a nuestras casas y nos despedimos con la certeza que, coincidiremos otro día y tendremos mas ideas sobre las cuales hablar.
Con otros con quienes la conversación es mas frívola nos intercambiamos al menos nuestros nombres, por lo que nos identificamos por el nombre cada vez que nos encontramos. En diez años solamente tres personas de las que siempre coinciden con mis horarios nunca jamás me han dirigido la palabra. Una de ellas es una mujer que debe estar mas allá de los 60 años y que se caracteriza porque colecciona trajes de baño y sombreros, las otras dos son un par de jóvenes gemelas (que ya deben estar 10 años menos jóvenes) a quienes las apodan las gemelas fantásticas, porque ellas no le dirigen ni una sonrisa ni una palabra a nadie. Como es tan común que en ese vecindario casi todos ya nos conozcamos es inusual que alguien por lo menos no te diga “Hola”.
Alguna vez pensamos que eran tímidas y varios de los caminantes pensamos que sería buena idea tomar la iniciativa y saludarlas para romper el hielo, pero fracasamos brillantemente, porque las gemelas sostuvieron un breve contacto visual conmigo que no duró más de lo que yo tardé en darles un hola cargado de entusiasmo, y ellas parcas, serias y rígidas terminaron el contacto visual sin responder absolutamente nada. Los demás caminantes que se aventuraron a romper el hielo con las gemelas fracasaron tan exitosamente como yo. Con la mujer que colecciona sombreros pasó exactamente lo mismo, por lo que desistimos de hacernos amigos itinerantes y ellas se convirtieron en parte del inventario de la playa, a las que vemos, pero sabemos que no podemos tocar ni siquiera con la mirada.
Las gemelas han usado el mismo traje de baño negro de dos piezas durante estos 10 años, caminan exactamente en el mismo rumbo, la misma distancia y han usado el mismo sombrero, como buenas gemelas y como si el tiempo no les pasara por encima, a veces me pregunto si son resultado de nuestra imaginación o si son una suerte de extraterrestres que no hablan nuestro idioma, aunque concluyo que simplemente compran el mismo modelo de traje de baño cada que uno se deteriora y hacen lo mismo con los sombreros.
Con el paso de los años algunos caminantes han dejado de asistir a su rutinaria caminata de cada día, y los que vamos quedando no sabemos que paso con ellos ¿Se mudarían? ¿Se morirían? O ¿ya no podrán hacer la caminata? Nuestros puntos de referencia para preguntarnos por ellos suelen ser características que los destacan. Como la mujer sexagenaria que tenía un abdomen envidiable y que a lo lejos parecía una adolescente, o la mujer que parecía que estaba tomando medicación para el sistema nervioso porque caminaba como un robot y con el paso del tiempo su cabeza pendía del cuello hasta construir un nido sobre su pecho, cuando la veíamos a lo lejos de espaldas parecía un ser humano sin cabeza, o la mujer que en determinada zona de la playa se quitaba su sostén porque le gustaba recibir el sol en los senos, o la chica atleta joven que hacía el recorrido trotando y con dos pesas en las manos, todas ellas hoy sólo son recuerdo.
El escenario de la playa se renueva cada vez, cambia, nos mueve los personajes, y de alguna manera esos personajes dejan un vacío, me imagino que nos pasara lo mismo con las gemelas fantásticas y con la mujer de la colección de sombreros, aunque siempre se hayan rehusado a saludarnos, el día que no estén mas por allí, nos enfrentaremos con el hueco de su vacía compañía y las echaremos de menos, eso me ha demostrado que no necesitamos hablar para construir lazos con la gente a lo mejor el lazo es solamente saber que existen y verlas cada día ocupando el mismo escenario nuestro, con lo cual ellas no han sido exitosas pactando con la separación, porque muy a su pesar ellas forman parte de nuestro grupo de caminantes de la playa. Lo mismo sucede a veces en los grupos familiares que viven bajo el mismo techo, pero se ignoran todo el tiempo, hasta que llega la muerte y les recuerda que no estaban tan separadas como su fría y racional lógica les hacía pensar.
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