LO QUE EL DINERO PUEDE COMPRAR.

En Cozumel (México) visitamos la Isla de la Pasión, Leo y Felipe nos guiaron por una isla completamente silvestre atendida por personas de la región que bien nos habrían entregado su ropa a riesgo de quedarse sin que vestir de lo atentos que fueron, fue una de las mejores experiencias del viaje. Una enorme carpa blanca tendida en la mitad de la playa contenía cinco camillas de masajes perfectamente vestidas y limpias, una preciosa música de relajación abarcaba todo el ambiente que además estaba perfumado por esencias e inciensos, yo pedí un masaje a manos de un hombre porque nunca antes he recibido masajes de hombres y quería tener la experiencia para ver la diferencia en la textura y la fuerza de sus manos, el hombre resultó tener no sólo unas manos prodigiosas sino unas técnicas que me transportaron a un universo donde sólo éramos sus manos, mi piel y mi tacto, recuerdo que masajeó las palmas de mis manos con una destreza exquisita que me hizo pensar en lo que me puedo estar perdiendo por recibir masajes a manos de una sola persona. Gustosa pagué por el masaje y le di una generosa propina tanto a la masajista de mi hija como al chico que me dio masaje a mí.

Había estado pensando desde el día anterior en las cosas que el dinero puede comprar, ya que siempre hablo de las cosas que el dinero no puede comprar, y una nueva perspectiva se abrió para mí, recibiendo el masaje me di cuenta que si bien he recibido masajes en otras ocasiones por intercambio de servicios, pagar con dinero por un masaje en mi lugar favorito (la playa) en un país extranjero y en manos tan profesionales es algo que vale la pena comprar; compartir mi abundancia con personas que trabajan con tanta mística  me parece una excelente inversión. Pensaba también que para que todo eso fuera posible muchas personas directa e indirectamente vinculadas a mí tienen que estar trabajando, aunque no lo reconozcamos de esa forma, es un hecho que mientras los unos descansamos otros tienen que trabajar para seguir sosteniendo el sistema en el que nos desenvolvemos; identifiqué muchas personas que se habían quedado trabajando aquí para que nuestras vacaciones fueran posibles, muchas de ellas personas que sólo afectan mi vida indirecta y temporalmente; y reconocí en ello la maravillosa interdependencia de la que disfrutamos.

Cuando llegamos a la Isla un hombre nos puso en fila y nos tomaron a cada uno fotos en un monumento que tenían dispuesto para la foto, dos horas más tarde el mismo hombre recorre la playa para entregarnos las fotos ya impresas, le pregunté como le había hecho para imprimirlas porque la isla no parecía tener muchas comodidades, a lo cual me respondió que había viajado a Cozumel en lancha (45 minutos en cada viaje) para imprimirlas y vendernos el recuerdo de su isla, pagué doce dólares por aquella foto, y me siguió pareciendo poco considerando el trabajo que implica para este hombre ganarse ese dinero, cuando le pregunté si tenía que hacer eso siempre, me respondió que no sólo una, sino tres veces en el día, porque por los horarios de los barcos mucha gente no estaba mucho tiempo en la isla, y con una amplia sonrisa me dijo “pero estoy agradecido de tener una manera de ganarme la vida” y en ese punto una lágrima dulce urgía por salir de mis fauces.

La foto que nos tomaron a la entrada a la Isla de la Pasión


Ver el rostro feliz de aquellas personas atendiéndonos y disfrutando su trabajo, me reafirmó la belleza del mundo y de su gente. La infraestructura de los desplazamientos en el catamarán y quienes hacen posible nuestro viaje a la Isla de la Pasión es impecable, cada persona tiene un rol asignado y se aseguran de que cada persona reciba además de  su comisión, su propina. A nuestro regreso al puerto seguía meditando sobre la abundancia, en ese momento reafirmé mi teoría de que la abundancia no es acumular cosas y dinero para un futuro incierto, sino tener suficiente para compartir con los demás a cambio de sus amorosos servicios, entregar nuestros recursos para que ellos circulen en el mundo y regresen a nosotros multiplicados. Quizá la escasez provenga de retener los recursos, de dejarnos atrapar por el temor a no tener suficiente para el futuro y de esa manera estancar el dinero en un solo lugar donde no tiene la posibilidad de incrementarse. Cuando el crucero terminó me alcanzó esa misma idea de la escasez y la abundancia porque a pesar de que no estuvimos restringidas de gastos y que usamos el dinero para comprar más comodidades que cosas y que gozamos de mucha comodidad, fue sorprendente todo el dinero que nos sobró, que por demás no esperábamos que sobrara, hasta este momento no tengo racionalmente manera de explicar las cifras que manejamos en el barco, sólo sé que evidentemente gastamos menos de lo que disfrutamos, y personalmente me gusta esta ecuación de la abundancia.

Recibiendo masaje en la Isla de la Pasión





Comentarios

juan ha dicho que…
ayer, en mi oficina una colega me dice: "todos mis problemas se resolverian si me ganara la lotto". auqnue yo no comparto el drama, ni las soluciones materialistas, estando en mi casa a las 9:40 pm, decidi ir caminando al Publix, hice un Powerball, pero la cajera no estaba y cuando llego, la maquina no permitio pasarlo, porque ya era mas tarde de 10pm. En el parqueo una mujer de color con un carro medianamente cargado me dice: I know you, you know me, give me $3 to buy a piece of meat I like to eat." Le di los $3. Me siento mas feliz porque esta mujer coma lo que quiera que si me hubiera ganado la loteria.
xervantex ha dicho que…
"Serás más rico mientras más sufras, y poseerás más mientras menos tengas. No temas arriesgarlo todo, jugarlo todo, perderlo todo. En el fondo no hay nada que perder. Lo que pierdas hoy mañana te será devuelto multiplicado en forma de conocimiento. Pues se trata de vivir intensamente, aterradoramente, más allá de lo que tenemos y de toda promesa. Más vida es lo que siempre tenemos por ganar, más conocimiento, así que no economices, arrójate, húndete, piérdete, te encontrarás en lo más profundo de ti mismo. Esa es la recompensa del guerrero, la ley inexorable del que es capaz de morir, para vivir inmortalmente, como nosotros que no hacemos de la existencia un negocio teológico, sino una aventura terriblemente humana, trágica y feliz"

Gonzalo Arango
(1931 – 1976)

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