COMO LLEVARSE UN COLOMBIANO A LA CAMA.
Esta semana con
toda la polémica que ha desatado el libro que escribió un norteamericano sobre
como llevarse una colombiana a la cama sin pagar un sólo centavo, me dio por
pensar que debería escribir el mío sobre como una mujer sin prótesis puede
llevarse un hombre colombiano a la cama. Y es que no hay producto sin demanda,
y aunque no estoy muy documentada sobre el momento histórico en que las
colombianas compramos la idea de que somos mejores partidos para ellos por el tamaño
de los senos y el trasero, ese momento tiene que existir y si mal no estoy,
fueron los narcotraficantes quienes impusieron esos nuevos estándares de
belleza.
A mí con los
colombianos no se me han dado las cosas, salvo el padre de mi hija y un par de
amantes que se aventuraron conmigo por atípicos que son, porque para los demás
hombres en Colombia he sido una mujer invisible, indeseable, es decir he sido
una mujer IN-competente para entrar en el mercado masculino. Y es que entré por
la puerta de atrás con ellos, yo porque no tengo talento para el
resentimiento y para traumatizarme pero desde mi primer amor empezó mi larga carrera de rechazos a
manos de los machos colombianos. En mi educación básica sentimental también me
entrenaron para soñar con el príncipe de ojos verdes y cabello rubio, así que
cuando lo conocí no pude más que estar segura que ese era mi príncipe, y cuando
el me picó el ojo en señal de coqueteo creo que fui por primera vez la mujer más
feliz de la tierra a manos de un hombre, en aquel entonces no había manera de
hacer intervenir a otras personalidades que me alertaran que eso no era
felicidad sino placer, así que como toda mujer que se respete yo hice de todo
por atrapar a ese príncipe al que le atribuía mi felicidad por completo.
Él no sólo me dio el primer beso, que yo recreaba en mi
memoria aproximadamente 16 horas de cada uno de mis días, sino que sacó del
camino a mi eterno pretendiente Luna (su apellido) que no tenía los ojos verdes
ni el cabello rubio, pero que con el tiempo comprendí que habría sido mejor
novio que mi príncipe de papel.
Ahí estaba yo, perdidamente enamorada del primer amor a la edad
de 14 años, recuerdo que aún usaba zapatos de charol y vestidos de terlenka de
vuelo y a mitad de pierna, y el hecho de que él pudiera ver en mi a una mujer
metida en aquel cuerpo de niña que se rehusaba a crecer para no tener que ir al
odontólogo, era más que suficiente para que le diera hasta la prueba de amor si
me la pedía.
Yo todavía recuerdo aquellos besos robados que teníamos que
darnos a hurtadillas de las mujeres de mi familia, en aras de no ser etiquetada
como una cualquiera, no puedo decir que han sido los mejores besos de mi vida,
porque he tenido buenos besadores, pero a la edad de catorce años cualquier
hombre que lo bese a uno será bueno, dado que no hay referentes al respecto.
Después de un año de noviazgo yo ya tenía fantasías con el vestido de novia, y
me creía la dueña de su cuerpo y de su vida, hasta el día en que lo vi salir de
su casa (vivía al lado de la mía) vestido de novio y se casó con otra chica.
Su explicación fue más que sincera, sensata; y no había nada
que yo pudiera hacer para culparlo por haberme dejado por otra, yo tenía un
defecto de fábrica (así lo mencionó literalmente) y él no quería que sus hijos
nacieran como yo, aunque me quería a mí, la idea es que no quería muchas réplicas
mías o algo así.
Con el tiempo me acostumbré a ser vista de reojo por los
hombres en mi país natal a conformarme con ser la amiga de muchos y a soñar con
ellos, porque yo no estaba en sus planes, por lo que si escribiera un manual
sobre como llevarme a la cama un colombiano a pesar de no tener prótesis, tendría
que hacer lo mismo que hizo Roosh V el autor del manual, es decir viajar a
Colombia y dedicarme a conquistar machos que se transen con una mujer de tetas pequeñas
y sin medidas de reina y seguramente que mi experiencia tendría material mucho
más interesante para documentar que el libro de Roosh V.
Soy una convencida que las mujeres se cuidan el cuerpo más
para competir entre ellas que para obtener la aprobación del sexo opuesto, y es
que si analizamos bien en el caso de que nos cuidemos para lucir bellas en la
cama, serían muchas horas de gimnasio, mucho dinero representado en cirugías,
depilaciones, maquillaje y ropa para un orgasmo que dura fracción de minuto (
10 a 15 segundos según el Doctor Paul Martin en su libro Sexo Drogas y Chocolate). A
mí la verdad me parece que invertir tanta energía en una competencia que
no me reporta ganancias en términos evolutivos me parece una misión demasiado estéril.
La otra vez leí, que por cada mujer que se estaba matando en
el gimnasio y dejando de comer por alcanzar un estándar de belleza para ser
deseable para su macho, habían 10 mujeres pasaditas de peso teniendo multiorgasmos
sin pensar en el tamaño de sus traseros y sus senos ni en las dimensiones de su
abdomen, sólo por obra y gracia de su propia auto aprobación, dicen los amantes
consumados y diestros en mujeres que no hay mejor afrodisíaco masculino que una
mujer segura de si misma y auto aprobada y personalmente les creo, porque
pienso que soy una de ellas, y los extranjeros que son los que se me han dado
mejor, han sido muy generosos conmigo, dándome placer a manos llenas y me han encontrado
exquisita.
Comentarios
Y el auto-exilio que también tiene eso ¿no? la maravillosa posibilidad de comprobar que el mundo es muy grande y puede ser muy generoso con una, si una sabe serlo con el y con si misma, y que no necesariamente los 'príncipes' llegan en caballo blanco y con un sombrero vueltiao.
Una maravilla mujer, abrazo fuerte!