EN LA CUERDA FLOJA

Una de las amigas de mi madre me contó esta historia de su vida la última vez que estuve en Colombia, ella siempre tuvo confianza absoluta en su esposo con quien estuvo casada por sesenta años, según ella tenían sus desavenencias pero nada del otro mundo, y él siempre fue muy buen proveedor para ella y para sus hijos, ella se dedicó al hogar toda la vida porque como nunca les faltó nada, no hubo nunca la necesidad de trabajar. Su esposo fue diagnosticado con un cáncer ya en etapa terminal y en menos de dos meses murió. Después del duelo y cuando ella tuvo de enfrentarse a la vida real, se encontró con que los ahorros de toda la vida que ella sabía que existían porque estaba autorizada en la cuenta, habían desaparecido, y como si fuera poco algunas propiedades que habían tenido se las había dejado a una mujer con la que según su testamento había sido inmensamente feliz los últimos 20 años de su vida.

Me acordé de esta historia en estos días que alguien  me dijo que tenía absoluta confianza en su pareja, porque las personas como él, se casaban para toda la vida, cuando le dije que quienes nos hemos separado no nos casamos pensando en separarnos; y que eso simplemente pasa, me dijo que seguramente yo tenía alguna creencia al respecto de mi infancia y que como consecuencia me boicoteaba mis relaciones, lo cual me dejó hurgando en mi sistema de creencias básico.



Para mi lo absoluto es insano, es renunciar a nuestro instinto  básico  de conservación, uno debe dejar la rendija para el beneficio de la duda, eso es lo que lo prepara a uno para enfrentar la adversidad (no necesariamente con la pareja) de manera más asertiva. Estoy convencida que todos cambiamos, ese es el camino de la evolución, no cambiar es vegetar, creo que la gente cambia de parecer y uno también, por eso cuando la gente dice que confía absolutamente me muestro escéptica, básicamente porque parte de la exquisitez del ser humano es esa condición que nos hace impredecibles, que hace que caminemos por la cuerda floja de la confianza con la gente y eternamente agradecidos en el momento presente en que no hemos sido traicionados; y aceptando con dolor y porque no, con  amor, que a veces los demás nos traicionan y que generalmente no lo hacen porque quieren, sino porque con ello nos están ayudando a crecer y están creciendo ellos también, porque estamos en esta experiencia humana para experimentar todos los errores y aprender como remediarlos y como enfrentarnos a ellos. Para mí lo absoluto cuando de sentimientos se trata se puede obtener solo en relaciones coercitivas o en matrimonios prostibularios, donde una de las partes cede la seguridad absoluta porque no tiene muchas opciones. Es condenar al otro al óxido de su existencia y a permanecer inmóvil, me gusta pensar que mi compañero se está reinventando a diario y que confío en que en medio de esa reinvención me siga eligiendo, pero si no me sigue eligiendo celebro que tenga el valor de seguir creciendo en otro lado y eso no tendrá que ver con que soy su mala elección sino con que la vida está haciendo gala entre nosotros gestando nuevas cosas y abriéndose paso en la evolución.

Ahora me queda claro porque no he tenido parejas estables, porque no creo tanto en la estabilidad como una vez me imaginé, porque lo estable me parece gélido, pero si le apuesto a una relación llena de movimiento donde ambos nos aseguremos un lugar en medio del movimiento y el cambio, gracias a que he estado dispuesta a cambiar mis ideas desde que soy joven y a no aferrarme a las que heredé de la sociedad o a las de la gente con que simpatizo, creo que me siento lista para la inestabilidad que ofrece amarse en los términos de una relación multisensorial y aunque sé que hay pocos individuos listos para abandonar los modelos de pensamiento cinco sensoriales donde la razón, lo establecido y la norma es lo que vence, sé que en algún lugar del mundo un alma resuena con estas ideas y que lo único que tengo que hacer es encontrar la ruta que me lleve hasta él, o que lo traiga a él hacia mí. Esto es quizá lo único absoluto en lo que creo, la certeza de que existe ese ser humano así, sea que nos encontremos, o sea que tengamos reservado nuestro encuentro para una vida futura.

A la persona que me inspiró este artículo le estoy agradecida porque me reafirma que todo encuentro casual es una cita, como decía Borges.




Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Inspirador, reflexivo, deleitante, el fotografo

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