TU ERES MI OTRO YO

En el parqueadero de la parte de atrás de mi casa, vive un hombre en su auto, afortunadamente nadie lo ha reportado porque en Estados Unidos es ilegal vivir en el auto, pese a que actualmente son muchas las personas que tienen que vivir así, entre dejar de pagar la casa o el auto, es más fácil quedarse con el auto que es por lo menos el que los moviliza para trabajar. Con la caída de la industria inmobiliaria fueron muchas las personas que se quedaron sin vivienda, con el agravante que aquí no hay una tía o una abuela o alguien de la familia que lo reciba a uno por unos días, que se conviertan en semanas, después en meses y con suerte en años, como pasa en otros países, la cultura de aquí no se presta para éste tipo de acuerdos y en ése aspecto la mayoría de los latinos resultan estar muy bien adaptados culturalmente.

Una de mis vecinas que está pisando los noventa, vive con un hijo drogadicto, cuando se enferma ella misma tiene que llamar la ambulancia y uno la ve subirse por ella misma en la camilla. La última vez estuvo dos días en el hospital y regresó de allí solita, y a los quince minutos de llegar ya estaba ocupándose de limpiar su casa, siempre le brindo ayuda y le digo que puede contar conmigo cuando necesite algo, ella me mira con sus profundos ojos azules incrédula y asiente con la cabeza, mientras me deja con el sinsabor de la respuesta que no pronunció, porque sé que jamás me llamará así se esté muriendo. A veces estoy aquí escribiendo y la veo a través de mi ventana, por el pasillo, con su ropa para lavar azotando el piso con el peso de sus pies que apenas si pueden mover su cuerpo, nunca se queja, jamás dice que le sucede, y yo no sé si admirarla o compadecerme. A veces simplemente me echo a llorar, por ella, porque me acuerdo de mi madre, pero sobre todo porque ella me recuerda que éste cuerpo pierde vigencia y que algún día yo estaré en su misma posición. La única vez que ha llamado a mi puerta para pedirme algo en ocho años que hace que somos vecinas, fue un día en que necesitaba azúcar, me pareció tan simpático y tan bello verla, igual a como era usual en mi país, abrirle la puerta a la vecina que pedía prestado azúcar, sal, aceite, o cualquier ingrediente de la cocina que se le había agotado. Mi expresión de alegría desapareció cuando me percaté que no uso azúcar y que no la pude ayudar. De sólo imaginar el esfuerzo que le debió implicar a una americana decidirse a llamar a la puerta de alguien para pedir algo, se me hizo un hueco en el estómago, me pareció el colmo que no tuviera azúcar, tendré que considerar tenerla aunque sólo sea para éstas ocasiones especiales.

El límite de la interdependencia es muy difícil de establecer, por más que aboguemos por la independencia, tenemos que ser conscientes que nos necesitamos unos a otros, y hay una simple razón para que así sea, que somos uno. Aunque nuestra conciencia cinco sensorial nos diga que cada uno somos un ente separado del otro. Me puedo imaginar a los dedos de los pies pensando que ellos son independientes e ignorando la dependencia que tienen unos de otros para que el organismo pie pueda funcionar, para que todo el cuerpo se pueda mover. Seguramente que si el ojo derecho le dijera al dedo pequeño del pie que son uno, éste se reiría y se le haría muy gracioso que un ojo que vive tan lejos de él, piense que ellos dos son uno, eso sin contar las diferencias que tienen en color, en tamaño, en funcionalidad y hasta en lugar de residencia. El dedo diría “yo soy del continente de extremidades inferiores y resido en un país llamado pie” y el ojo diría “yo soy del continente cabeza y resido en el país de la cara”.

Cuando pienso en éste concepto no me queda duda de que somos uno, y sobre ello me ha ilustrado mucho una película que vi ésta semana que se llama “la caja”. Una mujer que recibe una caja con un botón, si oprime el botón gana un millón de dólares, y al mismo tiempo alguien a quien ella no conoce muere. Lo interesante de la película es que ilustra la conexión que tenemos todos en éste planeta, y lo interdependientes que realmente somos, y como con nuestras decisiones afectamos no sólo a una persona sino al mundo entero, porque cuando la protagonista oprime el botón se desencadenan una serie de acontecimientos que terminan regresando a donde ella, y termina ella siendo la víctima de otro que también oprimió el botón.

Siempre me pregunto cuando tengo una decisión difícil de tomar qué parte de este macroorganismo llamado planeta seré yo; y de qué manera estaré afectando a ese dedo pequeño de este mismo macroorganismo, porque ya sé que el mundo y mis decisiones están ligados y que mi llanto mirando a mi vecina es la mejor prueba que tengo de que somos uno, y que lo que le pasa a ella de alguna manera me afecta a mí, aunque no pueda ver exactamente como opera ese misterioso mecanismo ¡hay tanto que no podemos ver ni tocar, pero si sentir!

Comentarios

Yosmar Ache ha dicho que…
Guao Luz, mejor descrito imposible!! es la manera mas gráfica y directa de describir lo que tanto digo a diario cuando pido a mis conocidos y amistades que debemos ser la voz de los que no la tienen ( ninos maltratados, viejitos, animales, plantas, etc) y que noto que el mundo vive tan apático a lo que le ocurre al vecino,no debe ser, como sociedad estamos mal.no somos para nada una "tribu" unida debido a que los "vivos" de la tribu que acostumbran recostarse de los bondadosos han hecho que la gente viva la apatía siempre pensando que lo van abusar, robar, y hasta secuestrar. eso nos ha vuelto insensible al que realmente necesita la ayuda.

Sin querer juzgar a nadie ni ofender pienso que los viejitos solos es el resultado de padres que ponen a sus pequeños hijos en temprana edad en guarderias para que los cuiden y eduquen otros,practica que se ha vuelto común, y luego ese bebe el cual se siente mal cuando su mama se aleja y no sabe si volverá, crece entre desconocidos, luego el ritmo moderno, de encontrarse el final del día con unos padres cansados que no tienen ya la paciencia de mimarlos y amarlos, van formando la apatía que luego de viejos reclaman.

todo en la vida es ACCION-REACCION y tenemos que pensar en el punto de partida.

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