DEL AMOR Y OTROS FRUTOS
Alguien preguntaba en estos días si era posible amar sin admirar, las respuestas no se hicieron esperar y todas apuntaron a un “NO” contundente, hubo quienes lo consideraron imposible, otros que definieron el amor como admiración, otros que determinaron el final de la relación cuando la admiración termina y hasta hubo quien validó su respuesta con frases peyorativas respecto a quien pierde la admiración de su pareja, como si no ser admirado fuera algo más que un pecado.
Otra persona y yo le apostamos a un Sí, porque en el momento en que el amor es condicionado deja de ser amor, el amor es una energía que circula dentro de uno y que uno decide entregar a otra persona sin condicionar su conducta, sin transacción alguna de por medio. Otra cosa bien distinta es la atracción, y aquí es donde pienso que está la gran confusión, hay una asociación entre atracción sexual con amor, y entre el amor y la admiración pero ¿alguna vez hemos considerado que amar es una decisión? Más aún ¿que es algo que se debe aprender?, parte de nuestra educación cultural ha estado orientada a pensar que cuando la química sexual desaparece el amor entre la pareja ha terminado, pero ¿ha terminado realmente? Más aún ¿hay amor en la química sexual? No, solo estábamos enamorados. Según el doctor M Scott Peck, “el enamorarse no es amor verdadero sino que es un componente instintivo genéticamente determinado de acoplamiento de la conducta, en otras palabras la caída temporal de la fronteras del ego. Lo que constituye enamorarse, es una respuesta estereotipada de los seres humanos a una configuración del impulso sexual interno y el estímulo sexual externo, lo que sirve para incrementar la probabilidad de apareamiento sexual a fin de asegurar la supervivencia de la especie”. El enamoramiento se ha idealizado tanto que se ha comercializado como si fuera amor, siendo dos cosas muy distintas.
El enamoramiento tiene un periodo de duración de unos dos años aproximadamente, después de eso se pone a prueba nuestra elección de pareja, si no se han trabajado asuntos más profundos que el impulso de los sentidos la relación se deteriorara y la persona estará lista para su siguiente enamoramiento, postergando así su oportunidad de amar y de ser amada.
Las mujeres hemos sido educadas para elegir un buen “partido” que no es otra cosa que un hombre productivo que además sea buen proveedor, y siendo sinceras todas recitamos el lema de que “el amor lo puede todo”, pero cuando el macho en mención deja de ser productivo muchas salen corriendo argumentando que “ya no sirve para nada” le quitamos validez como persona a nuestra pareja porque le retiramos nuestra admiración y eso no tiene nada que ver con que el otro haya perdido su capacidad para ser admirado, la admiración tiene un componente muy grande de idealización, porque la mayoría de las veces lamentablemente idealizamos a nuestra pareja cuando nos dejamos deslumbrar por el estatus que valida la sociedad y nos enamoramos de ese estatus que nos garantiza por lo menos la aprobación social. Cuando ese estatus se pierde de alguna forma, no somos capaces de ver mas allá, de evaluar que era lo que realmente admirábamos en el otro, es más fácil entonces retirarle la admiración y nuestro amor que reconocer nuestra responsabilidad en toda nuestra falsa percepción de la admiración.
Si el amor fuera admiración ¿Qué pasa entonces con aquellas personas que son capaces de seguir amando a su pareja en la adversidad más grande luego de una enfermedad que los deja cien por ciento dependientes de los demás y que a veces hasta pierden sus capacidades mentales y la funcionalidad cerebral? ¿Podríamos decir que éstas personas son débiles por amar a sus parejas en tales condiciones? No lo creo, podríamos decir más bien que son tan fuertes que decidieron aprender a amar.
Todos tenemos grandes ideales respecto al amor, no sólo de pareja sino al amor en líneas generales, aspiramos a expresar la mejor parte de nosotros a través del servicio y ser más amorosos con nuestros semejantes, cada persona quiere cambiar el mundo en el que vive o al menos cambiar a alguien con quien comparte su vida, pocos están dispuestos a cambiarse a sí mismos, nos dejamos vencer por nuestra adicción a la comodidad y ayudar luce como algo que exige parte de nuestras entrañas que no estamos dispuestos a sacrificar, de hecho la mayoría de las auténticas expresiones de amor exigen de nosotros más de lo que estamos dispuestos a otorgar, y ahí está el reto: ¿A qué estamos entonces dispuestos para aprender a amar? ¿Está amar en la cúspide de nuestras prioridades? De ser así debemos empezar por reconocer que eso no será algo espontáneo que brotará mágicamente después de una especie de epifanía, sino que es un patrimonio por el que hay que trabajar de manera muy ardua pasando de la teoría a la acción
Amar es un proceso en el cual hayamos la divinidad que hay en nosotros y somos capaces de expresarla fuera, amar no es un asunto de placer, sino de felicidad, es un asunto de amor propio también, mientras más mejora nuestra estima propia más tendemos a trabajar en amar a nuestra pareja y a los demás. Cada día que el sol despliega sus rayos sobre nosotros se nos otorga la oportunidad de amar a alguien de mil maneras, desde cuando elegimos entregar una sonrisa hasta cuando elegimos maldecir al conductor que nos cerró el paso, si podemos elegir el amor en las pequeñas cosas y con aquellos de quienes sólo vemos su rostro, podemos pensar que estamos realizando las primeras y mejores planas para aprender a escribir correctamente la palabra amor.
Otra persona y yo le apostamos a un Sí, porque en el momento en que el amor es condicionado deja de ser amor, el amor es una energía que circula dentro de uno y que uno decide entregar a otra persona sin condicionar su conducta, sin transacción alguna de por medio. Otra cosa bien distinta es la atracción, y aquí es donde pienso que está la gran confusión, hay una asociación entre atracción sexual con amor, y entre el amor y la admiración pero ¿alguna vez hemos considerado que amar es una decisión? Más aún ¿que es algo que se debe aprender?, parte de nuestra educación cultural ha estado orientada a pensar que cuando la química sexual desaparece el amor entre la pareja ha terminado, pero ¿ha terminado realmente? Más aún ¿hay amor en la química sexual? No, solo estábamos enamorados. Según el doctor M Scott Peck, “el enamorarse no es amor verdadero sino que es un componente instintivo genéticamente determinado de acoplamiento de la conducta, en otras palabras la caída temporal de la fronteras del ego. Lo que constituye enamorarse, es una respuesta estereotipada de los seres humanos a una configuración del impulso sexual interno y el estímulo sexual externo, lo que sirve para incrementar la probabilidad de apareamiento sexual a fin de asegurar la supervivencia de la especie”. El enamoramiento se ha idealizado tanto que se ha comercializado como si fuera amor, siendo dos cosas muy distintas.
El enamoramiento tiene un periodo de duración de unos dos años aproximadamente, después de eso se pone a prueba nuestra elección de pareja, si no se han trabajado asuntos más profundos que el impulso de los sentidos la relación se deteriorara y la persona estará lista para su siguiente enamoramiento, postergando así su oportunidad de amar y de ser amada.
Las mujeres hemos sido educadas para elegir un buen “partido” que no es otra cosa que un hombre productivo que además sea buen proveedor, y siendo sinceras todas recitamos el lema de que “el amor lo puede todo”, pero cuando el macho en mención deja de ser productivo muchas salen corriendo argumentando que “ya no sirve para nada” le quitamos validez como persona a nuestra pareja porque le retiramos nuestra admiración y eso no tiene nada que ver con que el otro haya perdido su capacidad para ser admirado, la admiración tiene un componente muy grande de idealización, porque la mayoría de las veces lamentablemente idealizamos a nuestra pareja cuando nos dejamos deslumbrar por el estatus que valida la sociedad y nos enamoramos de ese estatus que nos garantiza por lo menos la aprobación social. Cuando ese estatus se pierde de alguna forma, no somos capaces de ver mas allá, de evaluar que era lo que realmente admirábamos en el otro, es más fácil entonces retirarle la admiración y nuestro amor que reconocer nuestra responsabilidad en toda nuestra falsa percepción de la admiración.
Si el amor fuera admiración ¿Qué pasa entonces con aquellas personas que son capaces de seguir amando a su pareja en la adversidad más grande luego de una enfermedad que los deja cien por ciento dependientes de los demás y que a veces hasta pierden sus capacidades mentales y la funcionalidad cerebral? ¿Podríamos decir que éstas personas son débiles por amar a sus parejas en tales condiciones? No lo creo, podríamos decir más bien que son tan fuertes que decidieron aprender a amar.
Todos tenemos grandes ideales respecto al amor, no sólo de pareja sino al amor en líneas generales, aspiramos a expresar la mejor parte de nosotros a través del servicio y ser más amorosos con nuestros semejantes, cada persona quiere cambiar el mundo en el que vive o al menos cambiar a alguien con quien comparte su vida, pocos están dispuestos a cambiarse a sí mismos, nos dejamos vencer por nuestra adicción a la comodidad y ayudar luce como algo que exige parte de nuestras entrañas que no estamos dispuestos a sacrificar, de hecho la mayoría de las auténticas expresiones de amor exigen de nosotros más de lo que estamos dispuestos a otorgar, y ahí está el reto: ¿A qué estamos entonces dispuestos para aprender a amar? ¿Está amar en la cúspide de nuestras prioridades? De ser así debemos empezar por reconocer que eso no será algo espontáneo que brotará mágicamente después de una especie de epifanía, sino que es un patrimonio por el que hay que trabajar de manera muy ardua pasando de la teoría a la acción
Amar es un proceso en el cual hayamos la divinidad que hay en nosotros y somos capaces de expresarla fuera, amar no es un asunto de placer, sino de felicidad, es un asunto de amor propio también, mientras más mejora nuestra estima propia más tendemos a trabajar en amar a nuestra pareja y a los demás. Cada día que el sol despliega sus rayos sobre nosotros se nos otorga la oportunidad de amar a alguien de mil maneras, desde cuando elegimos entregar una sonrisa hasta cuando elegimos maldecir al conductor que nos cerró el paso, si podemos elegir el amor en las pequeñas cosas y con aquellos de quienes sólo vemos su rostro, podemos pensar que estamos realizando las primeras y mejores planas para aprender a escribir correctamente la palabra amor.
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