BAJOS INSTINTOS

No sé nada de política, y cuando digo nada es absolutamente nada, pero me gusta escuchar lo que tienen que decir los candidatos, aunque a decir verdad me gusta más observar como lo dicen y su expresión corporal que grita más que sus palabras, por eso sé que hay políticos cuyo discurso es apasionado, son los mismos que hacen promesas de toda clase generalmente aquellas con las que están respondiendo a las expectativas de una mayoría, me recuerdan a los hombres cuando están en plena conquista prometiendo fidelidad, amor eterno y un derroche de pasión que no promete fin, todas sabemos que estas promesas jamás se cumplen, aunque hay quienes disfrutan creyéndolas solo porque después tendrán un motivo más por el cual lamentarse y victimizarse.

Están los políticos cuyo discurso es sereno y desapegado de los resultados, es el político humanista que busca expresar su misión a través de una gestión política para llegar a las masas y ejercer un cambio no tanto de conducta como si de conciencia, es el racional por excelencia que expresa sus propuestas de gobierno objetiva y desapasionadamente, como una alternativa que esta ahí a nuestra disposición y que si no la tomamos ésa será exclusivamente nuestra responsabilidad, éste político no se quemará las manos por nadie, porque el sólo es un instrumento para que derrotemos el temor y nos aventuremos en experiencias nuevas.

Lo que me gusta de la política es que es la perfecta válvula de escape para la frustración colectiva de la que padecemos actualmente todos, la frustración que no se puede expresar en el trabajo en el ambito familiar y en la misma sociedad es expresada usando los lemas y defendiendo los partidos. A mi la política me da un sondeo de como estamos socialmente hablando, porque también me gusta leer lo que la gente escribe sobre sus preferencias y sobre sus candidatos, por eso cuando leo a los seguidores de los candidatos se que me están hablando de sus carencias personales no de la fortaleza de su candidato.

En un país como el nuestro (Colombia) se necesitan candidatos que prometan cuando menos acabar con la pobreza, aunque todos en el fondo sabemos que la pobreza es un estado mental mas que una realidad y que por lo tanto para acabar con la pobreza lo primero que hay que hacer es aceptarla como lo que es y enfrentarla desde ese punto de vista, de todas maneras una luz de esperanza al final del túnel es lo que necesita el pueblo. El que ofrece este tipo de aliciente tiene mas probabilidades de ganar porque toca dos segmentos fundamentales de la población: los pobres pobres y los pobres ricos. Los pobres pobres que son los que sobreviven con lo justo y que contemplan la esperanza de tener un empleo fijo con garantías que los sacara de la estrechez económica; y los pobres ricos que son los Ricos que viven con temor a perder lo que tienen o que en el peor de los casos sienten que aun no tienen suficiente y a quienes esa promesa les alivia el temor a tener que acompañar a los pobres pobres en su infortunio.



A mi me gustan los discursos serenos, eso no significa que quien los hace sea el mejor candidato, pero al menos me permiten analizar mejor al candidato, aunque me gusta el ser humano que se esconde detrás de un discurso sereno, estoy conciente que me puedo equivocar. Me deslumbra la inteligencia emocional y el dominio sobre si mismo para debatir temas políticos sin perder el control, que exhibe el político de discurso sereno. Me inclino a confiar más en una persona que disfruta de la paz de sus sentidos y que es proactiva que en una persona reactiva y apasionada, básicamente porque en la pasión hay confusión y se pierden de vista detalles que no nos permiten verlos en su real dimensión.

Y creo sin temor a equivocarme que eso es lo que nos hace falta a la hora de elegir nuestros gobernantes, observar el factor humano que se esconde detrás de los candidatos, mas que la fama, la hoja de vida, su pasado, su presente, su ropa, su discurso y sus promesas, es observar que hay detrás de cada frase que pronuncia, como lo hace y como la orquesta con su expresión corporal, cuando eso pasa es tan fácil decidir por quien votar, es como elegir marido, si nos libramos de la terrible expectativa de que el otro sea como yo necesito y quiero que sea; y lo dejo ser el mismo, es fácil saber cual es el "él mismo" con quien yo deseo compartir mi vida.

En ese sentido seguimos siendo tan primarios, aun nos gustan las guerras y las controversias que genera un candidato, nos gusta descabezar al oponente para hacer lucir mas grande al de nuestra preferencia, y el que alimenta mejor a esa fiera hambrienta y primaria que llevamos dentro sin domesticar a ese es al que elegimos.

Lo importante realmente de las elecciones es que terminemos por comprender que nuestras diferencias de opinión y de preferencias políticas no deben estar ahí para separarnos sino para fortalecer nuestra identidad cultural y humanitaria, porque cuando el calor del apasionamiento de sus discursos termina, ellos hacen fusiones, organizan sus partidos para el beneficio del poder y de las instituciones y protegen sus relaciones interpersonales a costa del pueblo, ellos gozan de buenas relaciones entre si (diplomacia) mientras el pueblo termina molesto y dividido.

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