LA FORTALEZA DE LA VULNERABILIDAD

Me re encontré con una pareja a quienes conocí hace cinco años durante su luna de miel, y quienes me regalaron su testimonio de amor que quiero compartir hoy con ustedes porque me arrancó lágrimas de emoción en el sitio que considero mi templo: la playa.

Cuando ellos tenían todo listo para casarse ella enfermó gravemente de lo que los médicos decían era una enfermedad terminal, de la cual si sobrevivía quedaría paralizada y perdería algunas funciones cerebrales. Él no obstante estuvo en el campo de batalla acompañándola casi todo un año que ella estuvo enferma. Cuando ella había salido de peligro el pronóstico no era nada alentador, estaba paralizada del cuello para abajo y no podía hablar. El acto de amor más grande que ella tenía para con él, era liberarlo de su compromiso matrimonial y del compromiso afectivo para que él pudiera “rehacer” su vida al lado de una mujer saludable, ya que ella entendía lo duro que era para cualquier persona cuidar de ella en sus condiciones. No obstante él no aceptó, con una fe inquebrantable estuvo a su lado y se opuso a procedimientos drásticos como la amputación de una de sus extremidades, convencido de que ella se recuperaría contra todo pronóstico. Juntos emprendieron el camino de la recuperación haciendo diferentes terapias y así fue como después de tres meses de intenso trabajo ella consiguió caminar, hablar y usar sus manos de nuevo. Tuvo que aprender a hacer todo otra vez, como si hubiera vuelto a nacer. Aunque ella misma pensó que debía pensionarse por su condición, contó con la suerte de tener un médico que la alentó a que no lo hiciera y a que siguiera laboralmente funcional, a los cuatro meses de ella haberse recuperado se casaron. Mirándola uno no sospecharía siquiera que pasó por todo ésto, pero sobre todo mirando la manera como se tratan y como se respetan tampoco uno imagina que él paso por todo éso al lado de ella. Durante el tiempo que compartí con ellos, me di cuenta que tienen un sentido de valoración por la vida muy grande y que cada minuto para ellos es un regalo que atesoran y cuidan. Me resultó absolutamente inspiradora ésta historia que deja en evidencia que el amor es una fuerza más poderosa que la atracción física y que puede atravesar las barreras más insospechadas.



Escuchándolos recordé una anécdota personal que en su momento me impactó mucho y que aún ahora cuando la recuerdo es inevitable que se aventuren algunas lágrimas por mis ojos. Ocurrió Durante un círculo terapéutico en un centro de reclusión para presos especiales, cuando los invité a recordar un evento en sus vidas cuando estaban del otro lado de la ley en que la violencia no les haya ayudado para nada. Muchas historias desfilaron por el círculo, pero observé que uno de ellos tenía la cabeza entre sus manos y su mirada clavada en el piso, cuando le pregunté si tenía algo para compartir levantó su rostro lleno de lágrimas y nos contó que la única vez que la violencia no le había sido útil había sido la que lo había llevado hasta ése sitio donde estábamos en ese momento. Habían secuestrado a una mujer que tenía mucho dinero, pero su familia se rehusó a pagar el rescate, así que le encomendaron a él la labor de ejecutarla, la llevó hasta el sitio donde según él, siempre hacían las ejecuciones, le impresionó que ella caminara tan serena, como si no temiera a la muerte, pero lo que más lo inquietaba es que ella no le estaba haciendo fácil la labor porque no estaba suplicando por su vida, que según él, es lo que les da coraje y rabia para poder ejecutar a la víctima con facilidad. Así que le preguntó si no tenía miedo y ella le dijo que no. Cuando estuvieron en el lugar de la ejecución, el decidió insultarla y acorralarla para que ella suplicara por su vida, llorara y lo impacientara hasta llevarlo al límite que él necesitaba para hacer su trabajo, en cambio ella lo miró muy “bonito” y lo que hizo fue pedirle perdón por no poderle dar el dinero que ellos necesitaban, después le dijo que lo único de valor que ella tenía en ese momento era su vida, y que si su vida ayudaba a su familia y a él a obtener lo que necesitaban ella gustosa la entregaba, le aclaró después que si él estaba ganando un buen dinero por ejecutarla, ella se iba feliz con la convicción de haber ayudado hasta el último minuto de su vida. El hombre narró como en ése momento el experimentó una sensación de no estar en su cuerpo sino fuera de él, y desde donde estaba, según él un poco más alto que la escena que estaba protagonizando, observaba todo y sintió un profundo amor por ella, aclaró que en toda su vida ninguna mujer le había dado tanto amor como ella, que ni siquiera su propia madre, y que el simplemente no podía ejecutar a la única mujer que le estaba entregando tanto amor, así que tomó veinte mil pesos que tenía en su bolsillo, se los entregó y la puso en la carretera dejándola huir. Ése evento desencadenó en él, el deseo de buscar ayuda y adherirse a un proyecto de re inserción a la sociedad.

Aunque éste tipo de historias no son muy famosas y populares, son las que nos recuerdan que el amor como ideal y como lo describen los grandes maestros existe, que si bien es cierto que muy pocos se aventuran a navegar en sus fauces, esta ahí, esperando por nosotros como la fuerza modificadora que es, para ayudarnos a hacer de ésta experiencia llamada vida algo que vale la pena ser vivido.

Comentarios

Natalia Lema ha dicho que…
Convomedoras ambas historias y me han puesto a pensar en lo que finalmente es el AMOR. Ese que va más allá de un gusto físico, ese que no tiene límites ni barreras porque se entrega totalmente. Conocer historias de vida es siempre una puerta abierta a descubrir otras maneras de vivir, otras dificultades por las que muchas personas atraviesas, otras decisiones - simples o complejas como las nuestras.

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