LA DANZA DEL TEMOR
Ayer en la playa me encontré un cangrejo que pensé que vendría directo hacia mí, como ignoro todo acerca de los cangrejos no sabía si me podía oler o ver, o cual sería su manera de contactarse con los humanos, así que me puse a la defensiva, lo vi garabatear con sus patas tratando de moverse en la superficie irregular de la arena sin mucho éxito, entonces mi temor se transformó en curiosidad y quise acercarme para estudiarlo de cerca y calcular mejor su nivel de peligrosidad, pero en cuanto me puse en pie el salió corriendo visiblemente asustado y desapareció ante mis ojos en un hueco en la arena que cabó a una velocidad asombrosa, o que quizá ya tenía listo para refugiarse, no lo sé. Me quedé quieta y parada cerca del hueco donde el estaba metido, cuando vi que asomó tímidamente la mitad de su cuerpo, como una persona, tratando de detectar el peligro antes de exponerse completamente al mismo, pero por algún motivo que desconozco, el sabía que yo seguía allí y se escondió de nuevo, por más que esperé a que saliera no salió. Regresé a mi silla y en cuanto me senté, lo vi que salió de nuevo de su escondite y empezó a tratar de moverse en la arena, pero en cuanto yo hacía el más leve movimiento él regresaba corriendo a su escondite.
Pasamos varias horas en ésta suerte de danza de temores, durante la cual, el pobre cangrejo no pudo avanzar mas allá de lo que su miedo le permitió, paso más tiempo metido en su escondite por temor a un gigante que amenazaba su supervivencia que lo que pudo disfrutar de la playa. Experimenté temor de marcharme y dejarlo a su suerte ¿y si alguien que ignoraba que ésa era su cueva llegaba con una sombrilla y justo la enterraba en su refugio? Nunca se me había hecho la playa un lugar tan peligroso para un cangrejo, como ayer.
¿Cuantas veces nuestros temores son gigantes imaginarios que no tienen la más minima intención de atacarnos y que nos obligan a permanecer en la comodidad de alguna zona de confort que nos vende una ficticia seguridad? al igual que éste cangrejo caminamos hacia adelante pero nuestros temores nos hacen retroceder sin que podamos percatarnos de ello.
De nada me sirvió alejarme del lugar y dejarle un trozo de playa a él solito, por algún motivo él sondeaba mis movimientos y cada vez que simplemente me removía en la silla el pobre salía despavorido a esconderse, lo que me dejó pensando que a veces pensamos que cambiando nuestras conductas le damos seguridad a los demás, como a la pareja o a los hijos, ignorando que la seguridad es una conquista personal, que tenemos que enfrentar esos gigantes que dejamos crecer en nuestra imaginación y verificar por nosotros mismos que su verdadero peligro radica en darles albergue por mucho tiempo, antes de darles vida y actuar en nombre de ellos.
La seguridad es una misteriosa dama, que viste de mil colores, y que nos engaña de mil maneras, a veces pensamos que la conquistamos en paquetes de contratos que firmamos y por los que pagamos altos costos, ignoramos que la seguridad es una fuerza que reside en nuestro interior y que solo nosotros tenemos el poder de alimentar o debilitar.
Comentarios