ARMAS DE DOBLE FILO.

Si algún día mi primo Fernando hubiera puesto sus ojos en mi, Diego, su hijo, habría sido mi hijo y no mi primo en segundo grado, porque siempre me sentí deslumbrada por la inteligencia de su padre, y como la inteligencia es mi mayor afrodisíaco seguramente me habría enamorado de él. No sabía de la existencia de Diego, aunque él recuerda haber coincidido conmigo en un pueblo del Cauca cuando él era un niño. Sus cartas se han convertido en un banquete que saboreo muy despacio porque se me antojan una ventana al mundo de un joven con la misma materia prima de muchos jóvenes de escasos recursos, pero que el decidió usar de la mejor manera para cocinar, a su estilo, su destino. Por eso escribe, toca la guitarra, enseña, trabaja y estudia en la Universidad. Los martes da clases de guitarra en una vereda de Marinilla Antioquia (Colombia). Duerme los sábados en la noche en una Iglesia Evangélica de la misma población de Marinilla en la que toca los domingos en la mañana, para después viajar a Medellín a tocar en una iglesia católica hasta las 8 de la noche, dice no saber mucho de música pero se defiende.

La otra vez me sorprendió cuando me dijo que practica música clásica, aunque no sabe mucho de partitura, pero que ha aprendido lo básico para leerla así sea muy lento. A veces se siente con doble moral, porque en la iglesia evangelica creen que él va a cambiar, lo que ellos no saben es que, no es porque el no quiera, sino que no ve que cambiar, toda su vida le gusta. Dice que todos los días aprende, como aprendió a crear un blog, como se atrevió a escribir y a publicar. Sus textos aparentemente simples, están cargados de una profundidad y una limpieza en su alma que sólo puede ser expuesta por aquel que se atreve a ser diferente y que no le teme a esa diferencia.

Mi primo Diego tiene su agenda ocupada lo que no le da tiempo para buscar el significado de su vida en drogas y otras adicciones, ni para alimentar rencores contra las personas que le han cerrado las puertas, tiene un talento para el positivismo asombroso, y aunque ha visto el rostro de la oscuridad sólo habla de luz.

Ésa materia prima me es familiar, la inteligencia emocional de mi familia materna es legendaria. Mi primo Diego y yo tenemos en común esa calidez familiar que le ha sido negada al resto de la familia, también padecemos de una insaciable sed por conocer nuestra historia familiar y buscar en los más recónditos rincones los secretos familiares y escribir sobre ellos.

Hacía mucho tiempo que no conocía a un joven tan emprendedor como Diego, me recuerda a otro primo que tengo también de la familia de mi madre, era muy brillante tomaba todas las oportunidades que tenía a la mano, sus ojos brillaban ante el conocimiento y se le medía a todo, tenía esa misma ambición por aprender que veo en Diego, al menos eso creía yo, porque las cosas cambiaron cuando una oportunidad de ganar dinero facilmente se le apareció, entonces el vendió sus ideales, su inteligencia y toda esa curiosidad que lo hacía pensar a uno que se comería el mundo, a cambio de seguridad económica. Me imagino que tantos años de austeridad y escases lo tenían agotado y simplemente se entregó a lo que el veía como su cambio de vida, y con ello se fue todo de él, su calidez, su amor por la familia y lo más importante su amor propio. Nunca más volví a ver su sonrisa engalanando su rostro, ni ese brillo es sus bellos ojos, siempre lo veía con una expresión de prepotencia mezclada con un profundo temor y cansancio en su rostro, era incapaz siquiera de darle un abrazo a las mismas tías que se habían hecho cargo de él cuando siendo un niño, no tenía como sobrevivir. Se olvidó de todos y de todo. Nadie en la familia era rico, pero me temo que su pobreza era más bien un estado mental que una realidad diferente a la de todos los de la familia. Quizá ese fue nuestro error, reconocer en él a alguien menos afortunado de lo que eramos todos en términos materiales, hacerle sombra y alimentar de esa forma su victimización.

La pobreza es una arma de doble filo, nos pule o nos vuelve polvo, la pobreza no sólo destruye a quienes se consumen en las drogas y en el mundo de la delincuencia, también consume a aquellos que nunca tuvieron dinero y que cuando de repente lo tienen se pierden en esa fantasía de que el dinero lo puede todo y que sus problemas han terminado.

Con toda la materia prima que le veo a mi primo Diego, no es difícil adivinar un futuro lleno de comodidades y de solvencia financiera obtenida a base de trabajo honrado y buena administración de su inteligencia, a no ser que en el proceso venda su alma y lo mejor de si mismo, porque cuando eso sucede pasamos a ser otra clase de pobres y de esa pobreza es más difícil salir.

Comentarios

Diego Monsalve ha dicho que…
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