DEBATIR ES DE MACHOS.

En estos días se generó un debate político en mi muro de Facebook, la frase que no estaba inspirada en temas políticos sino en la confusión que genera en la colectividad las causas humanitarias que terminan convertidas en causas políticas, terminó como muchas cosas hoy en día, convertido en el blanco de una guerra de opiniones que fue adquiriendo matices agresivos evidentes lógicamente para todos menos para quienes hacían uso de su agresividad. Por más esfuerzos que hice por decirle a los involucrados que el debate estaba adquiriendo un rumbo nada productivo, que en nada distaba de las filosofías de los personajes de los cuales se estaba criticando (Chávez, Hitler y otros) fue inútil. Muchos de mis lectores que no estaban participando fueron atraídos a leer lo que estaba pasando, y me hicieron llegar su percepción de los hechos de manera privada. Recibí sugerencias de borrar los comentarios que no estaban a tono, pero esa no es mi política, ni es mi estilo, borrar lo que la gente escribe en mi muro, sea o no de mi agrado, es otra manera de dictadura, y es romper el espejo, nunca descarto la posibilidad de que haya algo grande para mí en lo que la gente dice y que no me gusta. Y además ponerme a borrar todo lo que ya había allí, me tomaba tanto tiempo y energía que me era útil para otras cosas.

Por lo que me limité a guardar silencio, a pesar de que fui retada por mi silencio que fue traducido como falta de solidaridad, como que simpatizaba más con unos que con otros, que no estaba siendo una buena moderadora y hasta mi inteligencia y grado evolutivo fueron enérgicamente cuestionados. Toda suerte de acusaciones al respecto salieron, de esas que están destinadas a despertar culpabilidad en uno. Pero para mi el silencio siempre es la mejor manera como proceso los acontecimientos externos, en el silencio puedo ser más proactiva y menos reactiva, en el silencio se cocinan mejor las cosas y las ideas y lo más importante, en el silencio cuido y selecciono mejor la energía y determino el orden de prioridades en el que la quiero invertir.

Sugerí que se leyeran mi artículo sobre como debatir saludablemente, pero a cambio recibí una respuesta irónica argumentando que yo no tenía la última palabra sobre debates. En los debates hay que saber cuidar la manera como se emiten las opiniones más que las opiniones en si. Si en nuestras disertaciones queda en evidencia la necesidad de devaluar a los demás participantes como único mecanismo de validar nuestras opiniones, este deja de ser debate y se va convirtiendo en guerra, tampoco es funcional porque no conduce a ninguna parte excepto a fortalecer la resistencia de los oponentes en el debate, con lo que cada uno buscará maneras más rígidas de responder y la agresividad va tomando más forma cada vez. Una cosa que observé en este debate fue que cuando una de las participantes no sabía el significado de una palabra que usó otro participante, preguntó por su significado seguido de su respectiva carcajada (jajajá) cargada de ironía, cuya motivación obedecía únicamente a ridiculizar al otro y a quitarle validez a su opinión, por supuesto que estas conductas se dan de manera inconciente y generalmente son producto de una impulsividad a la que nos obliga el ego para defender su posición y lucir mejor que los demás.



El lenguaje irónico es muy delicado de usar porque si no conseguimos que hasta el otro se burle de si mismo, entonces la ironía sólo está mostrando una agresividad pasiva que delata el temor y la inseguridad en si mismo de quien la usa. Es por eso que aventurase en el lenguaje irónico en público es un fino arte en el que muy pocos son diestros.

Pero como todo lo que me pasa en la vida, de este debate también me quedaron cosas muy productivas, como que verifiqué que pocas veces me equivoco con la apreciación de las personas y que muchas de mis intuiciones fueron verificadas. Después de leer todas las opiniones expresadas allí me pregunté que me había dejado todo esto e hice mi propia lista:

Que los hombres tienen más claridad política que las mujeres, por eso no nos debe extrañar que sigan liderando ellos y no nosotras. Ellos tienen la sangre más fría y son menos emocionales en la argumentación.

Que los hombres pueden discrepar racionalmente mientras que las mujeres discrepan emocionalmente.

Que las mujeres tienen la tendencia a dar golpes bajos y nada limpios en las discusiones, como ventilar la información personal que tienen de los demás en público para fortalecer sus opiniones.

Que la energía masculina de algunas mujeres, las hace más mujeres, como la de la mujer que se salió a tiempo del debate, dejando su halo de elegancia.

Que muchos tenían el síndrome del abogado, es decir que son hábiles en usar lo que otros decían en su contra.

Que nos regocijamos mucho en la queja, pero que estamos poco dispuestos a dar el primer paso para el cambio.

Que no hemos comprendido que la política no se arregla desde un escritorio determinando quien es mejor que quien o quien tiene la razón, sino buscando de que manera mi grano de arena está contribuyendo al cambio. A menudo nuestro grano de arena es más silencioso de lo que le agrada al ego.

Que seguimos fortaleciendo la creencia que todo lo que altere los sentidos y la paz personal de uno y de los demás, es lo que atraerá la atención y que es más divertido.

Que quienes están tan acostumbrados a su ruido interior no pueden hacerse concientes del ruido que generan en los demás.

Y que recordé a mi madre cuando decía que los “burros viejos se buscan para rascarse” porque las peores y las mejores alianzas se dan entre personas emocionalmente compatibles que generan las mismas ideas bien sea de caos o de orden.


Comentarios

Diego Monsalve ha dicho que…
El chito busco ser la merienda del controvertido debate... algunos esperando el sol, vivieron en una eterna alba…
Patricia Maradei ha dicho que…
Me encantó!....
Y ahora si... explicame porque la fotico del... jovencito de la parte inferior del escrito... si... aqui arribita de lo que escribo!.
Abrazos,
Patricia.

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