REGALOS FICTICIOS.

Hoy empieza la novena de navidad, para quienes no saben de que se trata, es un ritual de los católicos, que inicia nueve días antes de la noche de navidad (el nacimiento del niño Dios en la tradición católica) donde se reza y se hacen peticiones al niño Dios. Es una tradición que une las familias porque se turnan para hacer la novena en una casa diferente cada día, el centro de las novenas lo constituyen las canciones llamadas villancicos y el plato tradicional navideño que en mi país consiste en un plato con natilla y buñuelos.

Plato navideño colombiano

Es la segunda vez que mi madre no está con nosotros para navidad y es la primera vez que estoy sin mi esposo, estos cambios no los he deseado en mi vida, pero los he aceptado como lo único seguro que realmente tenemos. El árbol de navidad de mi hija es enorme y está cargado de regalos, mientras lo miro, evoco aquellos días en que con ella conseguíamos cajas vacías para envolverlas en papel de regalo y ponerlas en nuestro árbol a manera de regalos ficticios, ignoro si mi hija resentía que nuestros regalos fueran falsos, pero creo que no, porque siempre la vi feliz desempacando los dos regalos que jamás le faltaron, el de mi madre y el mío. Para mi la magia de tener regalos junto al árbol era un asunto estrictamente decorativo, nunca me cuestioné si esas cajas debían estar llenas de objetos que rápidamente se convertirían en basura o en objetos indeseables porque otros más deseables los desplazaban al rincón de los deseos satisfechos.

El árbol mío, no es árbol, es un pequeño santuario, un altar con objetos de mucho valor espiritual para mí, enmarcado por la foto de mi esposo y yo y las copas en que solíamos brindar, un pesebre de barro diminuto que me recuerda la tradición que mi madre me enseñó a seguir y que siempre he disfrutado, cuyo material (el barro) me recuerda de que estoy hecha, una muñeca de invierno, un hada que me regaló el duende, un amigo espiritual que me regaló Facebook, las bolas de cristal que al girarlas hacen nevar, las velas; y mi árbol de navidad en miniatura que consiste en un maniquí con un traje de fiesta negro donde he colgado mis aretes de navidad que adoro, y que decoran ese simbólico árbol que representa mi energía femenina.

Celebro la simplicidad que me abraza en esta época de mi vida, y lo mucho que disfruto de ella, y pensando en simplicidad redacté una carta para mi familia y para aquellas amistades que gustan darme regalos en esta época, pidiendo que no hagan más pesado mi equipaje regalándome objetos que realmente no necesito, lo que necesito que son vitaminas, y objetos de primera necesidad nunca están en la lista de regalos que la gente te da, porque la practicidad a la hora de regalar es de “mal gusto”, aunque yo preferiría que cada que alguien me va a hacer un regalo me preguntara que estoy necesitando en ese momento y simplemente me diera algo a lo que le daré uso. Como de todas maneras la gente te quiere regalar algo, he pedido que el mismo dinero que usarían para la inversión me lo entreguen para que yo lo use en lo que necesito. Pero me he tomado el atrevimiento de pedir un regalo que delata mi parte hedonista y que usted quien sea que está leyendo este artículo me lo puede hacer. Hágame saber por cualquier medio que leyó esto o algo de mi autoría, regáleme un comentario, ignoro si es mi ego quien lo necesita, y si es él, como es alguien con quien debo vivir el resto de mi vida, le daré ese banquete. Abajo hay una opción que dice anónimo, si lo hace mediante esa opción le será más fácil dejarme su regalo, o si prefiere hágalo  vía Facebook , o si desea enviarlo personalmente mi dirección electrónica es lumediana@gmail.com.

Gracias de antemano por la generosidad de aquellos que me quieran dar éste regalo que aunque para muchos es un regalo ficticio como las cajas vacías que empacaba con mi hija para presumir en nuestro árbol, créanme que para mí no lo es, es posiblemente el mejor regalo que todo escritor desea recibir, incluso si lo que tiene que decir es que no está de acuerdo con lo que escribo.