EL ÁRBOL DE NAVIDAD.

Hace dos años mi esposo y yo queríamos traer a casa un árbol de navidad más grande, pensamos que después de varios años usando el mismo árbol pequeño era hora de invertir en uno grande. A la hora de asignar el presupuesto pesaron otras inversiones que nos impidieron darnos el lujo de vestir un árbol grande, pero una de las cosas que más disfruto de la convivencia con mi esposo, es la tolerancia que él tiene frente a la frustración, como consigue transformarla en conocimiento; y como me enseña cada vez como hacerlo.

Decidimos por unanimidad desistir de esta inversión y vestir el árbol de navidad grande dentro de nosotros, de esta manera nos hemos vestido con más tolerancia por el entorno y por las personas que nos rodean.

Y creo que finalmente, no hemos traído un árbol nuevo a casa, porque en el fondo nos gusta más ese árbol que decidimos vestir hace dos años. Cuando he tenido el presupuesto en mis manos para ese árbol, evoco nuestro compromiso y la manera paciente como ambos lo retomamos cuando nuestros votos se ven amenazados con algún acto inconsciente, entonces me doy cuenta que un árbol de navidad está más al servicio de la apariencia física de nuestro hogar y que tiene más que ver con nuestra necesidad de impresionar a los demás, que con una necesidad real y fundamental. Entonces me digo a mi misma que ya hay suficientes árboles grandes y bellos en otras casas que le otorgan placer a nuestros sentidos físicos y que me satisface más la idea de aportar otro tipo de luz al mundo, o cuando menos al entorno que está a mi alcance.

Y es que la navidad siempre es la representación de un nacimiento, nuestro renacimiento, el decorado del árbol de navidad interior podría estar simbolizado por aquellas actitudes que necesitamos corregir para asistir a nuestro propio renacimiento, y estamos en épocas en que necesitamos más accesorios en nuestro árbol de navidad interno, con la situación financiera que enfrenta el mundo, se nos exige un decorado más elaborado y un mejor alumbrado interior.

Y es que a veces tenemos mucha luz fuera de nosotros y nuestra casa está llena de luces navideñas que embellecen nuestro entorno, pero sin embargo interiormente estamos en la absoluta oscuridad, la belleza de nuestra decoración navideña debería ser proporcional a nuestro decorado interior.

Si nuestra casa no tiene suficientes luces navideñas podemos optar por iluminar más nuestra conciencia para irradiar más brillo en el mundo, podemos decorarnos a nosotros mismos con más tolerancia, amor y perdón que es todo lo que necesitamos para ser cada vez mejores seres humanos.

Personalmente he decidido que los mejores accesorios para mi árbol de navidad interno deben ser: la tolerancia, el perdón, la aceptación y el desapego, es mi mayor compromiso cuidar de estas semillas con la esperanza de que un día crezcan del tamaño de ese árbol de navidad grande que mi esposo y yo hemos soñado.

Lo mejor de decorar nuestro árbol interno, es que no tenemos que desmontarlo cuando la navidad haya pasado, pues lo podemos usar para festejar las demás fechas especiales del año, al ser un árbol tan versátil se puede convertir en lo que deseemos.

¡Felices fiestas!

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Muy apropiado tu comentario. En mi caso decidí que ese árbol pequeño que una de las hijas nos regaló hace pocos años iría a adornar la casa de mamá este año. Siempre he opinado que todos debiéramos intercambiar adornos navideños para no ver los mismos cada año, claro siempre y cuando no estemos pendientes de la última moda. Causalmente nuestra vecina de apartamento colocó afuera de nuestra puerta un bello árbol bien grande de esos que traen luz incorporada en sus ramas. Así que no tenemos que ir hasta la casa de mamá para deleitarnos con la vista de un árbol navideño y hasta tomarnos fotos al lado de él. Saludos fraternales para tí y todos tus lectores.

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