EL GUARDIÁN DE LA BAHÍA

Durante una de mis caminatas por la playa, la punta de mi dedo grande del pie derecho tocó levemente una medusa, de inmediato me lavé el dedo, más por la impresión que me causa la textura gelatinosa de esta criatura que porque temiera sufrir algún ataque. Cinco minutos más tarde una hinchazón se propagó por todo mi cuerpo y mi piel se desfiguró a manos de unas ronchas verdes que simulaban la piel de un cocodrilo, diez minutos más tarde alcancé la única caseta de guardacostas de Golden Beach y perdí el conocimiento, cuando lo recuperé era presa de un ataque respiratorio severo y los paramédicos no pudieron encontrar mi presión sanguínea, por lo que decidieron llevarme al hospital más cercano. Durante el viaje al hospital me vi enfrentada a la certeza de que iba a morir, perdí la visión intermitentemente durante todo el viaje, tenía mucho vomito y mi cuerpo temblaba sin descanso, mientras yo sentía como mi vida circulaba en una extraña orbita, que se alejaba y regresaba. Tenía tantos síntomas al mismo tiempo que no sabía a cual atender primero. 

Dos jóvenes que me atendían luchaban incansablemente por mantenerme respirando con una máscara de oxigeno que tenían que retirar eventualmente a causa del vómito. No tenía miedo, sólo estaba demasiado aferrada a la vida, el único pensamiento que había en mi mente era que debía estar tranquila para que mi cuerpo empezara a responder a los cuidados que me estaban brindando, mientras trataba infructuosamente de tomar control de mi respiración. Aquella se convirtió en la experiencia de encuentro con la muerte más dramática que  haya enfrentado.

De esto ya hace varios años, pero lo recuerdo todos los días, sobre todo cuando camino por la misma playa y me encuentro con el guardacostas que me salvó literalmente la vida y con quien nos hicimos amigos desde ese día. Nunca pierdo la oportunidad de darle las gracias nuevamente, y él siempre parece asombrado de que se lo agradezca tanto, pero es que con cada evento de mi vida, ese milagro emerge en mis recuerdos como si una vida paralela en la que ya no existo en este plano, me siguiera de cerca recordándome que estas experiencias de alguna forma se las debo a este hombre, sobre todo si tenemos en cuenta que la playa de Golden Beach no es muy concurrida y solo él habría podido salvarme la vida aquel día.

Pero la reflexión que más me gusta de este evento es pensar en como de la misma manera que algunas personas afectan nuestra vida negativamente, así mismo hay personas que afectan nuestra vida positivamente, sin embargo a menudo le otorgamos mas tiempo y energía a la gente que nos afecta negativamente, en términos de odios, rencores, resentimientos o planeando venganzas. Mientras ese mismo tiempo podríamos invertirlo en hacer listados de quienes han afectado nuestra vida positivamente, de las cosas que hemos podido hacer gracias a esas personas y planear diferentes maneras de agradecer por su intervención en nuestro plan cósmico. Incluso a quienes afectan negativamente nuestras vidas también les merecemos algún tipo de agradecimiento ¿Quien no se ha hecho mejor ser humano después de una traición? ¿No ha conseguido una mejor pareja después de abandonar una relación abusiva? ¿No ha encontrado unos mejores padres adoptivos después de dejar ir unos padres abusivos? ¿No ha encontrado un amigo nutritivo después de dejar ir uno envidioso? ¿No ha encontrado un mejor empleo después de dejar uno donde era esclavizado y mal pago? ¿No ha encontrado una mejor forma de vida después de haber sido exiliado? ¿No ha encontrado más tranquilidad en un estilo de vida simple después de abandonar la opulencia? ¿Quien no ha visto mejor las estrellas cuando se ha ido la luz?

 el guardacostas que salvo mi vida

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