EN MI PRÓXIMA VIDA

Hay dos sueños que dejaré pendientes para cumplir en mi próxima vida: ser acróbata de circo y ser bailarina. Siendo una niña el circo llegaba a Vegachi, corregimiento de Yali, departamento de Antioquia Colombia, que era donde vivíamos. Siempre tendían su enorme carpa en un terreno al lado de mi casa y mi padre solía rentarles algunas habitaciones de la casa a los dueños del circo, ya que los empleados se quedaban en los trailers, eran épocas en que mi madre todavía estaba metida en el cuento de hadas y éramos felices y comíamos perdices porque mi padre no se había metido en suficientes problemas todavía.

Yo estaba hipnotizada por la vida de circo, todo ese mundo me parecía mágico, fuera de este mundo, Quería ser acróbata y quería fugarme con un circo cuando cumpliera la mayoría de edad que para mi no debía ser mas allá de los 10 años. A pesar de que mis padres jamás hablaron de mis limitaciones en mi presencia, yo sabía que las tenía y que subir al trapecio sería difícil para alguien que lidiaba en aquella época solamente con su desplazamiento físico.

Pero un día llegó un circo nuevo, y una de las hijas del dueño del circo, tenía la misma luxación de cadera que yo, exactamente la misma, ella debería ser unos cuatro años mayor que yo, y por esos caprichos del destino llevaba el mismo nombre mío, se llamaba Luz Dary. Trabajaba en el circo, como todos los que viajaban con ellos, porque en los circos nadie viaja si no puede ganarse su sustento con trabajo, era lo que decían todos. Sólo que ella no subía al trapecio, ni bailaba, ni domesticaba animales, ni era payaso, ella tenía un espectáculo muy singular, era sepultada viva por 72 horas, después de las cuales ella sobrevivía, cómo lo hacía era parte de la magia, del misterio y del poder que su presencia revestía en el circo. Y yo estaba dispuesta a ser sepultada durante más tiempo con tal de irme con el circo, pero no fui aceptada, con la misma elegancia con que grandes empresas en el futuro me rechazaron, fui rechazada por primera vez a mi primera aspiración laboral.

Puedo decir que he sido trapecista del circo de la vida, me he subido en muchos trapecios: amorosos, laborales, sociales y familiares, siempre he podido vencer el vértigo que me producen y conservar la “altura” también he sido bailarina a mi singular manera, he danzado con los ojos vendados en medio de un circulo de fuego sin quemarme y en el proceso he descubierto que mi estructura ósea y mi sistema muscular danzan como la pareja perfecta que siempre han sido, también he sido testigo de la vitalidad que recorre por mi cuerpo y puedo decir que la sangre recorriendo mis venas nunca ha sido tan perceptible como cuando danzo en la oscuridad imaginando que estoy en un escenario, cuando retiro la venda de mis ojos, el espejo me ha devuelto una imagen anacrónica por la que nadie pagaría ver, pero que a mi me mantiene perdidamente enamorada, entonces me detengo y le digo a la otra Luz Dary, la del espejo, que podemos seguir entrenando porque en la próxima vida sin duda tenemos mucho que bailar.


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