LA TERAPIA DE LOS SIAMESES.

Cuando trabajaba en una comunidad terapéutica donde alojaban a mujeres menores de edad que habían cometido delitos mayores mientras se procesaban legalmente, teníamos una terapia que las chicas llamaban la terapia de los siameses, porque consistía en que cuando dos internas tenían algún conflicto eran esposadas la una a la mano de la otra y debían cumplir con la rutina diaria ligadas físicamente, durante el transcurso del día debía operarse un resultado esperado que nunca se los expresábamos pero que ellas solas descubrían mientras se entregaban a la experiencia. El resultado era que consiguieran además de hacer las pases, adquirir más conciencia de la importancia de la solidaridad y la cooperación en grupo para obtener mejores resultados. Algunas veces lidiamos con chicas con índices de agresividad muy altos a quienes la terapia les empeoraba sus condiciones, eran las que durante la rutina hacían las cosas mal, porque estaban tratando de hacerlo cada una a su modo en aras de mantener intactas las diferencias que las habían llevado a ese punto. eran las mismas que tenían más trabajo, que debían repetir las actividades una y otra vez hasta que las cosas estuvieran bien hechas, en ese proceso sufrían más desgaste físico y emocional que quienes habían comprendido rápidamente que tenerlas atadas no era un castigo sino una manera para que verificaran por ellas mismas que  la unión hace la fuerza y que la interdependencia tanto como el cambio y la muerte es lo único certero que tenemos.

Esta experiencia me sirvió mucho para ver de manera muy didáctica la interconexión que tenemos todos, y como a pesar de que todos tenemos grilletes invisibles que nos mantienen atados, seguimos pensando que somos entes separados que podemos hacerlo todo solos, que nos deshacemos de aquellos personajes indeseables excluyéndolos de nuestras vidas, cuando en realidad nos estamos perdiendo la oportunidad de vernos a nosotros mismos en tercera dimensión a través de aquellos a los que rechazamos. Ese desgaste físico y emocional que sufrían las internas cuando querían hacerlo solas a pesar de estar atadas a otra, lo sufrimos nosotros a través de la separatividad y cada vez que “eliminamos” un individuo indeseado de nuestras vidas. Nunca nos damos la oportunidad de pensar siquiera que ese individuo desde lo que nosotros consideramos nivel de ignorancia también nos puede estar aportando algo, eso es porque pensamos que sólo se puede aprender a través de las experiencias placenteras.

Estaba pensando en todo esto a raíz de los grupos, de cómo se desenvuelven las personas dentro de ellos y de la necesidad que tenemos de pertenecer a ellos, pero de lo poco dispuestos que estamos a saber convivir en grupos. Se dice que los grupos proceden de una necesidad de tener una estructura social adaptativa que nos permita convivir sin confrontaciones; así como en los grupos de animales el de mayor rango accede primero a los recursos y tiene más privilegios, para evitar que haya que pelear por ellos en cada ocasión, los humanos buscamos ideológicamente algo parecido, de ahí que nos adherimos a las creencias de los lideres de los grupos para evitar tener que pensar por nosotros mismos y actuar en consecuencia.



Estaba observando esto en los grupos a los que pertenezco en facebook, por más que esta de moda el respeto por la libre creencia y que los grupos lo anteponen como la principal  premisa, en algunos de ellos la realidad es otra porque se respira bajo cuerda el deseo de ser uniformados ideológicamente. Cuando un miembro se sale del molde conceptual del grupo la tensión que genera no es explícitamente expresada, pero consigue cierto grado de incomodidad en el ambiente que es imposible no identificarla, porque genera debates donde los argumentos son repetitivos, la misma idea expresada en diferentes tonos de sarcasmo, de esa manera se aseguran de excluir al que piensa diferente (por si mismo) y el debate se convierte en un intercambio de halagos entre un grupo reducido de simpatizantes que han conseguido mantener la suficiente rigidez sobre el tema que están tratando.

A mi me gustan los retos, por eso me adherí a un grupo que en el primer momento me generó incomodidad, donde todos no lucíamos uniformados, sino cada uno con ideologías muy bien trabajadas y sobre todo donde era muy notorio que cada uno estaba en el proceso de pensar por si mismo y de asumir las creencias de los demás como un menú interesante que hay que observar para luego elegir cuidadosamente que parte del menú es saludable para nuestro proceso personal. Reconozco que se convirtió en mi grupo favorito, porque siempre salgo con algo nuevo y de orden práctico de allí.

Pero me mantengo en los otros, en algunos mis ideas son tomadas como una fantasía que jamás llevaré a la práctica, en otros cada vez que digo algo políticamente incorrecto todos salen a la defensiva y esgrimen como único argumento, que a lo mejor yo sólo quisiera pensar así, pero son estas personas las que me dan más tema sobre el cual pensar y me dan materia prima para seguir construyendo mi sistema de creencias, en medio de todo tenemos algo en común y es que ambos creemos que el nivel de ignorancia del otro es muy elevado, la diferencia estriba en que a mi me gusta nutrirme tanto con el nivel de ignorancia de los demás como con el mío propio.

Aún no tengo muy claro porque sigo perteneciendo a grupos, si como dicen los entendidos es que mi naturaleza primaria me obliga a estarlo o si soy un ente social por excelencia que disfruta de este maravilloso menú social donde todo es posible, donde los personajes de las telenovelas se le escapan a la pluma de los libretistas y recrean para nosotros los más exquisitos dramas que terminan siendo después de todo solo el hilo conductor que nos lleva de una experiencia a otra.




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