EL PERRO QUE ERA CATÓLICO
Una mujer cuyo único compañero de vida fue su perro durante casi 20 años, se vio enfrentada al dolor de su partida, por ser el único ser que ella consideraba de su familia decidió sepultarlo en el mismo cementerio donde ella sería sepultada para quedar junto a él, cuando fue a la iglesia a contratar los servicios del sacerdote para que oficiara la misa de despedida de su amado perro, este la regañó argumentando que eso era una suerte de herejía, que los perros por ser animales no podían ser sepultados en terreno santo y menos aun ser bendecidos en una ceremonia tan importante como lo era la misa, así pues la mujer desconsolada antes de marcharse le anunció al sacerdote que ella tenía en mente una cifra con muchos ceros a la derecha (como este blog) para agradecer a la iglesia por ayudarle a despedir en terreno santo a su adorado perro, el sacerdote visiblemente exaltado de la emoción, le dijo a la mujer “hubiera empezado por decirme que su perro es católico, a que horas desea usted la misa?”.
He desistido de los intermediarios entre mi ser superior y yo, me parece que como en todo negocio, también en las instituciones religioso-espirituales los intermediarios buscan quedarse con la mejor y más grande tajada del pastel.
Mi madre se fue de este mundo creyendo en el celibato de los curas, y creyendo que son santos cuando de santos no tienen nada y de padres posiblemente mucho.
Ella recogía en una urna con su respectiva estatuilla de san Cayetano dinero para el santo, que en realidad era para la iglesia, lo hizo durante toda su vida y sin cuestionamiento alguno, ni siquiera porque vio en las noticias los escándalos de los curas pederastas y las jugosas sumas de dinero que ha ofrecido la iglesia para cubrir este tipo de delitos. Cuando murió había setenta mil pesos colombianos en aquella urna y yo no pude contrariar su voluntad así que pagué las misas por su alma con ese dinero, aunque no fue suficiente.
Durante dos meses busqué una iglesia católica para que me hicieran una misa unipersonal (una misa por el alma de un solo difunto) por el alma de mi madre durante su primer aniversario de muerta, ya que actualmente las misas son colectivas, es decir que se invocan tantas almas como se puedan en cada misa.
Mi madre solía llamarlas misas solemnes, y revestían para ella más importancia que una misa ordinaria como ella le llamaba a las colectivas, es por eso que he querido honrarla con una misa en su nombre donde toda la atención esté centrada en ella, que entre otras cosas pienso que se la merece ya que mi madre no fue una persona protagónica en vida.
Pero en todas las parroquias recibí la misma respuesta, que ya no están haciendo esas misas porque no hay suficientes sacerdotes, aunque en muchas de ellas, he visto entre tres y cuatro sacerdotes celebrando misas y todavía conservan la tradición de decir dos misas diarias y cuatro los domingos. Con lo cual mi sentido común me dice que no debe ser rentable para la institución ya que si multiplicamos quince dólares por diez o más difuntos que se mencionen por misa, pues obviamente deja mejores dividendos una misa colectiva que una misa unipersonal. Debe ser este interés tan marcado en capitalizarse lo que ha desencantado a la gente de seguir adheridos a una iglesia y de seguir participando en los ritos católicos, al punto que he conocido católicos que han optado por realizar ellos mismos sus ceremonias como la de la primera comunión y el bautizo con una mezcla entre religión y espiritualidad para sentirse más integrados a sus creencias ya que la institución con tanta y absurda normatividad sólo está creando interferencia entre Dios y los hombres.
Finalmente contacté vía email al padre Alberto con la esperanza que en su nueva institución, la iglesia episcopal, pudiera cumplir con la voluntad de mi madre, decidida a que si en esa iglesia me decían la misa unipersonal aceptaría hacerla allá, pero la respuesta no fue más consoladora que la de la iglesia católica romana. Me ofrecieron rentarme la iglesia por doscientos dólares, donde sólo entrarían mis invitados, podría seleccionar el cura que dijera la misa, el sermón sería exclusivamente en honor a mi madre, y yo podría decir un discurso en homenaje a ella. En otras palabras toda una fiesta póstuma. Nada muy diferente a rentar un salón para celebrar los 15 años de la niña
Me quedé pensando en las motivaciones que harían que hiciera algo así, y no las encontré, ni siquiera puedo estar segura que en el actual estado de conciencia de mi madre este tipo de ceremonias le agraden, como creo en la reencarnación, tampoco puedo estar segura que su alma esté aun en algún cielo esperando por encarnar de nuevo o si ya regresó a este plano en otro cuerpo, con lo cual estaría desperdiciando mi dinero. Así que pensé que con una misa de 15 dólares es suficiente, aunque ella no sea la protagonista de la misa, después de todo ella siempre será la protagonista de mi vida.
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