TEORÍA DE LAS SEÑALES COSTOSAS
No es lo mismo ayunar cuando estas a solas que hacerlo cuando estas acompañado; y aunque alguna vez pensé que buscaba ayunar en soledad para no estar sujeta a la tentación de ver a otros comiendo, quise tener el reto de ayunar en un día regular de salidas y de visitas a personas que no pueden evitar ofrecerte algo de comer. Para mi sorpresa el reto no tuvo que ver con sentirme tentada por la comida, cosa que pasa a segundo plano cuando recuerdo las ganancias secundarias que obtengo cada vez que ayuno. Esta vez el reto fue hacer que las personas respetaran mi decisión de no comer durante un día. Aunque no digo que estoy en ayuno, simplemente decido no aceptar lo que me ofrecen, pero las personas se inquietan por mi salud, o buscan una conexión con mi estado anímico " no te maltrates, cuídate" me dicen, sin sospechar que justamente eso es lo que estoy haciendo. Cuidándome.
Ayunar me encanta sobre todo porque está dentro de la llamada “teoría de las señales costosas”. Se considera costosa porque requiere un esfuerzo significativo sin la probabilidad de compensación inmediata o visible al menos para los demás. (ayuno, oración, meditación, o ayudar anónimamente) por ejemplo los padres pueden beneficiarse de mandar a sus hijos a las actividades dominicales del colegio, pero si a los mismos padres se les pide que dejen de fumar, beber o dejar las drogas, su compromiso puede disminuir, por eso son COSTOSAS. Y como estamos en una sociedad que exige constantemente pruebas de nuestros esfuerzos y de nuestro trabajo, pues estas señales costosas no son muy populares, ni gozan de mucha simpatía.
Pero hay muchas cosas que obtengo cuando ayuno, como lo que me pasó esta semana por ejemplo, durante la fase de ruido del cuerpo (si, el cuerpo ruge y pide comida, lo cual nos permite escucharlo atentamente) pensaba en que tenía comida para darle, pero mi elección era no dársela, y saber que había comida me llenaba de fuerza y optimismo respecto al futuro, ya que mi supuesta escasez de alimentos era voluntaria. Quizá si miramos nuestros ciclos de escasez no con el sentido de pérdida y desesperanza sino como un ciclo en donde sabemos que lo que necesitamos está en el mundo, y que si no lo tenemos es porque no tenemos la suficiente determinación, motivación o deseo para conseguirlo, quizá la escasez tendría un rostro diferente. La escasez no es un monstruo parado frente a nosotros, somos unos monstruos de pesimismo parados frente a todo lo que la vida tiene para ofrecernos. El problema no es de falta de recursos materiales, sino de escasez de recursos mentales para ver la abundancia en todas sus modalidades y formas.
Ayunar me ofrece la oportunidad de elegir mejor los alimentos que le doy a mi cuerpo después, también me hace más consciente sobre las dosis, porque mi cuerpo ha aprendido a regular y a comunicarse conmigo, a través del ayuno uno valora más cada porción de comida y el verdadero valor de la misma, también vuelve más agudos los sentidos y clarifica la mente.
Hay dos etapas para mi en el ayuno, la del ruido corporal, que es cuando mi cuerpo grita y pide comida, como un niño reclamando atención, y aquella en que guarda silencio, porque ha comprendido que no lo estoy ignorando, que al contrario es cuando mas lo estoy escuchando, que no le estoy negando nada, que le estoy otorgando descanso, entonces mi cuerpo reposa en una mansa calma y mis sentidos se renuevan y se vuelven más agudos, una misteriosa paz se apodera de mi, y sobre todo la sensación de haber adquirido cierto poder sobre mi misma, me hace entender que ese poder es más importante que cualquier otro.
Ayunar me encanta sobre todo porque está dentro de la llamada “teoría de las señales costosas”. Se considera costosa porque requiere un esfuerzo significativo sin la probabilidad de compensación inmediata o visible al menos para los demás. (ayuno, oración, meditación, o ayudar anónimamente) por ejemplo los padres pueden beneficiarse de mandar a sus hijos a las actividades dominicales del colegio, pero si a los mismos padres se les pide que dejen de fumar, beber o dejar las drogas, su compromiso puede disminuir, por eso son COSTOSAS. Y como estamos en una sociedad que exige constantemente pruebas de nuestros esfuerzos y de nuestro trabajo, pues estas señales costosas no son muy populares, ni gozan de mucha simpatía.
Pero hay muchas cosas que obtengo cuando ayuno, como lo que me pasó esta semana por ejemplo, durante la fase de ruido del cuerpo (si, el cuerpo ruge y pide comida, lo cual nos permite escucharlo atentamente) pensaba en que tenía comida para darle, pero mi elección era no dársela, y saber que había comida me llenaba de fuerza y optimismo respecto al futuro, ya que mi supuesta escasez de alimentos era voluntaria. Quizá si miramos nuestros ciclos de escasez no con el sentido de pérdida y desesperanza sino como un ciclo en donde sabemos que lo que necesitamos está en el mundo, y que si no lo tenemos es porque no tenemos la suficiente determinación, motivación o deseo para conseguirlo, quizá la escasez tendría un rostro diferente. La escasez no es un monstruo parado frente a nosotros, somos unos monstruos de pesimismo parados frente a todo lo que la vida tiene para ofrecernos. El problema no es de falta de recursos materiales, sino de escasez de recursos mentales para ver la abundancia en todas sus modalidades y formas.
Ayunar me ofrece la oportunidad de elegir mejor los alimentos que le doy a mi cuerpo después, también me hace más consciente sobre las dosis, porque mi cuerpo ha aprendido a regular y a comunicarse conmigo, a través del ayuno uno valora más cada porción de comida y el verdadero valor de la misma, también vuelve más agudos los sentidos y clarifica la mente.
Hay dos etapas para mi en el ayuno, la del ruido corporal, que es cuando mi cuerpo grita y pide comida, como un niño reclamando atención, y aquella en que guarda silencio, porque ha comprendido que no lo estoy ignorando, que al contrario es cuando mas lo estoy escuchando, que no le estoy negando nada, que le estoy otorgando descanso, entonces mi cuerpo reposa en una mansa calma y mis sentidos se renuevan y se vuelven más agudos, una misteriosa paz se apodera de mi, y sobre todo la sensación de haber adquirido cierto poder sobre mi misma, me hace entender que ese poder es más importante que cualquier otro.
Comentarios
A veces dejamos el desapego para campos más fáciles e ignoramos que estamos apegados a la idea de comer determinados alimentos a determinada hora. Cómo sería el mundo si tuviésemos esta misma disciplina y responsabilidad con nuestro mundo espiritual? Si donde quiera que fuésemos la gente nos compartiera de su abundancia cósmica y nos invitara a sentarnos a la mesa de su gratitud? Si recibiéramos las visitas con jarradas de positivismo, galletas de buena vibra (en vez de fibra) y un postre de sonrisas?
El mundo a nuestro alrededor es como lo podamos imaginar.
Adelante!