MAGIA NEGRA

Nidia es una mujer en sus cuarenta quien solamente se ha casado una vez, y cuyo matrimonio duró muy poco, después de eso se ha aventurado en muchas relaciones que no sólo terminan mal para ella sino, y sobre todo para el implicado. Aparentemente ella es una mujer trabajadora que no le hace mal a nadie, que paga sus cuentas a tiempo, no es físicamente bella pero consigue despertar el interés en algunos hombres. Sólo que detrás de esa fachada se esconde una mujer profundamente atemorizada, y en nombre de ese temor que ella no ha querido aceptar y enfrentar comete una enorme cantidad de errores en los que se lleva por delante a todo el mundo, sobre todo a los aspirantes a parejas. La conducta más exaltada que tiene su miedo es un egoísmo poderoso que no le permite ver más que a si misma y a todas sus necesidades, el resto del mundo sólo son sombras que bailan alrededor de su imagen.

Durante el tiempo que he interactuado con ella, la he visto atravesar por algunas relaciones, en las cuales ella exhibe una conducta nada distinta a las de las antagonistas de las novelas, persiguiendo un hombre que no se creen merecer y que por ende necesitan una estrategia para que ellos “caigan”. De esta manera ella no sólo construye eventos ficticios para despertar celos en el candidato, sino que diseña una personalidad distinta a la que los demás conocemos de ella. De hecho ella exhibe diferentes personalidades de si misma y formas de vida dependiendo de con quien se relacione. De esa manera ella protege la apariencia que quiere ofrecer, pero no a quien ella realmente es. Su sistema de creencias le dice que el amor tiene que estar fundamentado en los celos y en la posesión y mientras un hombre no le demuestre celos y posesividad, no será un buen candidato para ella. Disfruta enormemente de un código de secretos haciendo participe de estos a tanta gente como pueda, mientras cada uno piensa que es el único a quien ella se lo confió, lógicamente la mayoría de estos secretos son mentiras. Además de todo esto invierte una enorme cantidad de tiempo y energía manipulando las personas y las circunstancias alrededor de su objetivo en aras de mantener el control sobre el candidato en mención. Esta misma conducta es extensiva a su lugar de trabajo y a su vida social, es la manera que ella aprendió para garantizarse un poco de seguridad afectiva.

Es el “alma” de la fiesta por excelencia, aunque su sentido del humor es negro y está basado en los defectos y el aspecto físico de las personas, y como si todo esto fuera poco disfruta menospreciando a los demás para asegurarse su grandeza. Con todo esto consigue malentendidos entre las personas que la rodean, se pelea con la gente y le hace mucho daño a quienes manipula para que todo esté bajo su control. Cuando las cosas no le salen como ella quiere, pierde el control sobre si misma, maldice y no sólo amenaza a quien se le sale de control, sino que hace cualquier cosa para vengarse y castigar a los implicados en su malestar.

Todo esto genera desconfianza y con ello se asegura de mantener alejada a la gente, en consecuencia no consigue construir relaciones interpersonales genuinas y mucho menos una relación de pareja.

Pero ella siempre encuentra un perfecto culpable de todo lo que le sucede, y está muy distante de comprender que lo que tiene que arreglar está dentro de ella y no fuera, que la energía que invierte en buscar el control sobre su entorno, bien le vendría en usarla para obtener el dominio sobre si misma y sobre todo enfrentar ese, o esos temores tan grandes que carga a cuestas y que la hacen actuar de tal forma.

De la interacción con ella reafirmo que todo lo que nos sucede lo generamos nosotros mismos, seamos o no conscientes de ello, que buscar culpables de lo que nos pasa, es actuar conforme al gato que se queda con la suciedad pegada a la cola pero que sigue limpiando su litera pensando que algo quedó por fuera y que es lo que le genera el mal olor.

Ante los ojos de los hombres que han pasado por su vida, ella es una mujer tan mala y tan perversa como cualquier antagónica de una telenovela, pero al igual que todos los que denominamos “malos”, sólo es alguien con una enorme carga de miedos, para quien es más fácil negarlos que enfrentarlos. Sólo que la negación de nuestros miedos termina por amenazarnos más a nosotros mismos que a los demás.

Aunque mi interacción con Nidia es circunstancial e involuntaria, con ella he aprendido a temer menos a las personas que están obstinadas en lastimar a otros para asegurar su supervivencia, en ningún rostro he podido ver más claramente el temor con que viven quienes eligen este camino que en el de ella. La he visto temblar por sus propios actos, consciente que lo que está haciendo no es lo ideal, no obstante es como si no tuviera opción. Es cuando comprendo que sólo conseguir ver opciones mejores de hacer las cosas es una patrimonio valioso que por algún motivo se le niega a algunos. Es cuando el concepto de que somos actores representando los estados emocionales de nuestra condición humana, se me hace más claro.

Y aunque Nidia sabe lo que yo pienso de ella, porque se lo he dicho, ella dice ser feliz en ese mundo donde la venganza es justicia y el fin justifica los medios. Todavía no ha descubierto que para asegurarse la supervivencia solo tiene que rescatar su divinidad y dejar su luz propia actuar libremente, pero algo la mantiene en su mundo de tinieblas, como si la bruja que todas llevamos dentro sobreviviera a fuerza de magia negra en su vida.

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