UNA VIDA PARA EL ABSURDO
En memoria de mi Tia “Tiva” porque la justicia a veces es invisible.
En estos días he estado pensando en esas historias absurdas, tristes y dolorosas para las que sólo encuentro alivio creyendo en la reencarnación, o en que esta vida es un complot divino que uno diseñó con la ayuda de seres que lo aman a uno mucho en el plano del alma, para realizar trabajos que a la personalidad le parecen difíciles, y que están al servicio de la purificación del alma.
Y es que en la familia de mi madre casi todas las historias son absurdas, sin sentido, muchos llegaron a este planeta y se marcharon dejando una sensación de impotencia insoportable.
Como la historia de la tía "Tiva", quien estuvo al servicio toda su vida de una familia adinerada que tuvo que abandonar el pueblo porque habían adoptado una niña de horas de nacida que se habían encontrado en la carretera. Todo el mundo supo de quien era la niña, de otra familia poderosa del pueblo, y en aras de proteger a la menor de saber su verdadera procedencia se marcharon a vivir a Medellín. Mi tía Natividad a quien todos llamábamos "Tiva" fue la nana de esta pequeña, quien posteriormente se convirtió en su peor verdugo.
En la edad madura mi tía Tiva, se accidentó y se descaderó, la niña que ya se había convertido en mujer y a quien llamaré Sonia, no le brindó atención médica, pese a que era una mujer con mucho dinero, la fractura cicatrizó fuera de su lugar por lo que mi tía caminó el resto de su vida arrastrada por el suelo, desarrollando una destreza asombrosa para saltar y acceder a los sitios altos. Aún así se las ingeniaba para cumplir con sus obligaciones de doméstica y nana de los hijos de Sonia. Nunca supimos en que momento Sonia dejó de pagarle sueldo, convirtiéndola en su esclava. La tía Tiva nunca pedía justicia o se marchaba de allí porque esa constituía su única familia y los únicos lazos afectivos que ella había conocido, ya que en la familia de mi madre la afectividad siempre ha brillado por su ausencia. La indiferencia por las condiciones en que había sido esclavizada la tía Tiva es la prueba más grande de la aridez afectiva que ha existido en la familia.
Siempre que visitaba a mi tía Tiva, salía con el alma en las manos, viviendo es esa casa tan llena de lujos, siendo literalmente una esclava para aquella familia, que aún en sus últimos días de vida no la exoneraban de sus obligaciones y haciendo su trabajo pese a los dolores físicos que su condición le traía. Muchas veces quise demandar a Sonia, para entonces era alcalde de la ciudad de Bello Antioquia y tenía además de una inmunidad diplomática una narco inmunidad. El cerco se había cerrado para todos, ella tenia mas poder del que jamás se imaginó y esa bola de nieve ya estaba demasiado grande. En aquel entonces lamenté no haber tenido más edad cuando el abuso había comenzado para haber rescatado a la tía Tiva de esa vida, de esa que fue toda su vida.
La tía Tiva se fue debilitando en casa de Sonia hasta quedar nada de ella, en sus setentas y en los últimos días de su vida mi madre y otra de sus hermanas consiguieron rescatarla de la casa de Sonia y llevarla de regreso al pueblo donde murió dejándonos con este sinsabor de no haber podido hacer nunca nada porque se hiciera justicia con ella.
Siempre que pienso en la historia de la tía Tiva recuerdo la única vez que ella me permitió expresarme mal de Sonia, y como me escuchó atentamente sólo para decirme: "a mi aquí no me hace falta nada, pero a ella si, estas muy joven para saber que hay cosas que el dinero jamás podrá comprar".
No me alivia la idea de saber a Sonia “pagando” sus deudas con mi tía, esa idea de justicia-venganza no me ayuda, me regocijo en la idea de que la vida las reunió para algún ajuste kármico, y que en el plano del alma todo está en perfecto orden, porque esa idea es la única que me trae la sensación de paz que necesita la memoria de mi tía Tiva, el ser humano más fuerte que he conocido.
En estos días he estado pensando en esas historias absurdas, tristes y dolorosas para las que sólo encuentro alivio creyendo en la reencarnación, o en que esta vida es un complot divino que uno diseñó con la ayuda de seres que lo aman a uno mucho en el plano del alma, para realizar trabajos que a la personalidad le parecen difíciles, y que están al servicio de la purificación del alma.
Y es que en la familia de mi madre casi todas las historias son absurdas, sin sentido, muchos llegaron a este planeta y se marcharon dejando una sensación de impotencia insoportable.
Como la historia de la tía "Tiva", quien estuvo al servicio toda su vida de una familia adinerada que tuvo que abandonar el pueblo porque habían adoptado una niña de horas de nacida que se habían encontrado en la carretera. Todo el mundo supo de quien era la niña, de otra familia poderosa del pueblo, y en aras de proteger a la menor de saber su verdadera procedencia se marcharon a vivir a Medellín. Mi tía Natividad a quien todos llamábamos "Tiva" fue la nana de esta pequeña, quien posteriormente se convirtió en su peor verdugo.
En la edad madura mi tía Tiva, se accidentó y se descaderó, la niña que ya se había convertido en mujer y a quien llamaré Sonia, no le brindó atención médica, pese a que era una mujer con mucho dinero, la fractura cicatrizó fuera de su lugar por lo que mi tía caminó el resto de su vida arrastrada por el suelo, desarrollando una destreza asombrosa para saltar y acceder a los sitios altos. Aún así se las ingeniaba para cumplir con sus obligaciones de doméstica y nana de los hijos de Sonia. Nunca supimos en que momento Sonia dejó de pagarle sueldo, convirtiéndola en su esclava. La tía Tiva nunca pedía justicia o se marchaba de allí porque esa constituía su única familia y los únicos lazos afectivos que ella había conocido, ya que en la familia de mi madre la afectividad siempre ha brillado por su ausencia. La indiferencia por las condiciones en que había sido esclavizada la tía Tiva es la prueba más grande de la aridez afectiva que ha existido en la familia.
Siempre que visitaba a mi tía Tiva, salía con el alma en las manos, viviendo es esa casa tan llena de lujos, siendo literalmente una esclava para aquella familia, que aún en sus últimos días de vida no la exoneraban de sus obligaciones y haciendo su trabajo pese a los dolores físicos que su condición le traía. Muchas veces quise demandar a Sonia, para entonces era alcalde de la ciudad de Bello Antioquia y tenía además de una inmunidad diplomática una narco inmunidad. El cerco se había cerrado para todos, ella tenia mas poder del que jamás se imaginó y esa bola de nieve ya estaba demasiado grande. En aquel entonces lamenté no haber tenido más edad cuando el abuso había comenzado para haber rescatado a la tía Tiva de esa vida, de esa que fue toda su vida.
La tía Tiva se fue debilitando en casa de Sonia hasta quedar nada de ella, en sus setentas y en los últimos días de su vida mi madre y otra de sus hermanas consiguieron rescatarla de la casa de Sonia y llevarla de regreso al pueblo donde murió dejándonos con este sinsabor de no haber podido hacer nunca nada porque se hiciera justicia con ella.
Siempre que pienso en la historia de la tía Tiva recuerdo la única vez que ella me permitió expresarme mal de Sonia, y como me escuchó atentamente sólo para decirme: "a mi aquí no me hace falta nada, pero a ella si, estas muy joven para saber que hay cosas que el dinero jamás podrá comprar".
No me alivia la idea de saber a Sonia “pagando” sus deudas con mi tía, esa idea de justicia-venganza no me ayuda, me regocijo en la idea de que la vida las reunió para algún ajuste kármico, y que en el plano del alma todo está en perfecto orden, porque esa idea es la única que me trae la sensación de paz que necesita la memoria de mi tía Tiva, el ser humano más fuerte que he conocido.
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