PERRO QUE LADRA NO MUERDE.
Cuando escribí mis artículos denunciando las irregularidades en el gimnasio al que asisto, lo hice buscando alertar a la comunidad para que tengan conocimiento previo de cuales sitios no son recomendables. Y también cumpliendo con mi promesa a la directiva de LOA de que haría una denuncia pública.
De las cosas que aprendí de esta experiencia fue que los medios de comunicación tradicionales (prensa, radio y televisión) ya no son indispensables para hacer una denuncia pública. De todos los medios que contacté para denunciar lo que estaba pasando allí, ninguno respondió, en cambio sólo tuve que ubicar mi artículo en facebook y en twitter para que algunos de mis lectores lo ubicaran en las páginas del gimnasio e hicieran pública la denuncia, incluso poniendo ellos mismos su propio texto de apoyo a mi causa. Al día siguiente la mujer del gimnasio estaba cambiando el aire acondicionado de todo el gimnasio, había hecho algunas correcciones en las bicicletas de spinning (aún quedan algunas en mal estado) pero lo más importante que pasó, es que por primera vez la propietaria del gimnasio que suele ser bien agresiva, mantuvo su silencio y no ha sido hostil conmigo.
En el pasado quienes se han atrevido a quejarse del gimnasio han sido expulsadas en términos bastante hostiles del lugar y en medio de insultos y malas expresiones verbales, y quienes no han sido expulsadas han preferido marcharse por ellas mismas. En este proceso he observado muchos métodos para defender sus derechos. El más usado es aquel en el que la agredida se deja dominar por las emociones y reacciona descendiendo al nivel emocional de la propietaria terminando enfrascadas en una discusión tan desagradable que puede descomponer no sólo los nervios de las implicadas, sino de los que presenciamos las discusiones. Otro método es el del “perro que ladra no muerde". La atacada empieza a gritar y a lanzar amenazas contra la propietaria del gimnasio eso si, cuando la propietaria no está presente, dejándonos a la expectativa de lo que pasará cuando ella haga aparición, sólo que, siempre, pero siempre, este es el mismo personaje que cuando aparece la propietaria se pone de su lado y olvida sus quejas respecto al lugar.
A mi me gusta mi método porque aunque aún tengo mucho por aprender, me resulta funcional. Estoy convencida que no es productivo reaccionar cuando presenciamos una situación de injusticia, hay que ser proactivo, mantenerse en silencio y dejar enfriar la sangre para pensar la estrategia con la que tendremos más éxito con el menor esfuerzo y lo más importante sin pagar el gran precio del desgaste energético.
Me gusta buscar en primer lugar un dialogo con el adversario, y dejarlo exponer sus razones, a veces sus razones me hacen ver distinto una misma situación. Si el dialogo con el adversario no ha sido productivo, entonces busco el conducto regular, es decir la siguiente persona de autoridad con quien puedo dialogar sobre lo que está pasando.
Tengo mis propias reglas para dialogar con el adversario:
Dialogar para mi es hablar claro de mis necesidades, exponer las que han sido vulneradas SIN violentar al otro, sin usar palabras hirientes, sobre todo términos degradantes que determinan su personalidad como perra, loba, zorra, y todos los demás animalitos del zoológico.
Cuando dialogo busco una conciliación, no que me den la razón. Estoy abierta a la posibilidad de que esté equivocada. En el dialogo me gusta dejar espacio al otro para que exprese sus ideas y escucharlo atentamente sin que mi dialogo interno interfiera, y esto es muy importante, porque cuando permito que mi dialogo interno interfiera, pierdo mi mejor destreza de negociante y pierdo de vista el objetivo del dialogo. Pero las dos máximas que procuro mantener vigentes a la hora de dialogar son: renunciar a tener toda la razón y respetar la posición del otro, aunque piense que está equivocado, o aunque no llene mis expectativas.
Si el conducto regular o la máxima autoridad tampoco está presta a ayudarme en la solución del conflicto, entonces la denuncia pública es el siguiente camino, y es además una responsabilidad social que tengo en aras de ser cooperativa con mi entorno.
Con la ayuda de las redes sociales ahora se facilita más hacer una denuncia pública y enterar a las autoridades competentes (en Florida se llama consumer affairs) de lo que está pasando.
Defender nuestros derechos no nos hace violentos, no hacerlo nos hace no sólo cómplices sino violentos pasivos.
De las cosas que aprendí de esta experiencia fue que los medios de comunicación tradicionales (prensa, radio y televisión) ya no son indispensables para hacer una denuncia pública. De todos los medios que contacté para denunciar lo que estaba pasando allí, ninguno respondió, en cambio sólo tuve que ubicar mi artículo en facebook y en twitter para que algunos de mis lectores lo ubicaran en las páginas del gimnasio e hicieran pública la denuncia, incluso poniendo ellos mismos su propio texto de apoyo a mi causa. Al día siguiente la mujer del gimnasio estaba cambiando el aire acondicionado de todo el gimnasio, había hecho algunas correcciones en las bicicletas de spinning (aún quedan algunas en mal estado) pero lo más importante que pasó, es que por primera vez la propietaria del gimnasio que suele ser bien agresiva, mantuvo su silencio y no ha sido hostil conmigo.
En el pasado quienes se han atrevido a quejarse del gimnasio han sido expulsadas en términos bastante hostiles del lugar y en medio de insultos y malas expresiones verbales, y quienes no han sido expulsadas han preferido marcharse por ellas mismas. En este proceso he observado muchos métodos para defender sus derechos. El más usado es aquel en el que la agredida se deja dominar por las emociones y reacciona descendiendo al nivel emocional de la propietaria terminando enfrascadas en una discusión tan desagradable que puede descomponer no sólo los nervios de las implicadas, sino de los que presenciamos las discusiones. Otro método es el del “perro que ladra no muerde". La atacada empieza a gritar y a lanzar amenazas contra la propietaria del gimnasio eso si, cuando la propietaria no está presente, dejándonos a la expectativa de lo que pasará cuando ella haga aparición, sólo que, siempre, pero siempre, este es el mismo personaje que cuando aparece la propietaria se pone de su lado y olvida sus quejas respecto al lugar.
A mi me gusta mi método porque aunque aún tengo mucho por aprender, me resulta funcional. Estoy convencida que no es productivo reaccionar cuando presenciamos una situación de injusticia, hay que ser proactivo, mantenerse en silencio y dejar enfriar la sangre para pensar la estrategia con la que tendremos más éxito con el menor esfuerzo y lo más importante sin pagar el gran precio del desgaste energético.
Me gusta buscar en primer lugar un dialogo con el adversario, y dejarlo exponer sus razones, a veces sus razones me hacen ver distinto una misma situación. Si el dialogo con el adversario no ha sido productivo, entonces busco el conducto regular, es decir la siguiente persona de autoridad con quien puedo dialogar sobre lo que está pasando.
Tengo mis propias reglas para dialogar con el adversario:
Dialogar para mi es hablar claro de mis necesidades, exponer las que han sido vulneradas SIN violentar al otro, sin usar palabras hirientes, sobre todo términos degradantes que determinan su personalidad como perra, loba, zorra, y todos los demás animalitos del zoológico.
Cuando dialogo busco una conciliación, no que me den la razón. Estoy abierta a la posibilidad de que esté equivocada. En el dialogo me gusta dejar espacio al otro para que exprese sus ideas y escucharlo atentamente sin que mi dialogo interno interfiera, y esto es muy importante, porque cuando permito que mi dialogo interno interfiera, pierdo mi mejor destreza de negociante y pierdo de vista el objetivo del dialogo. Pero las dos máximas que procuro mantener vigentes a la hora de dialogar son: renunciar a tener toda la razón y respetar la posición del otro, aunque piense que está equivocado, o aunque no llene mis expectativas.
Si el conducto regular o la máxima autoridad tampoco está presta a ayudarme en la solución del conflicto, entonces la denuncia pública es el siguiente camino, y es además una responsabilidad social que tengo en aras de ser cooperativa con mi entorno.
Con la ayuda de las redes sociales ahora se facilita más hacer una denuncia pública y enterar a las autoridades competentes (en Florida se llama consumer affairs) de lo que está pasando.
Defender nuestros derechos no nos hace violentos, no hacerlo nos hace no sólo cómplices sino violentos pasivos.
Comentarios