¿PROCLAMACIÓN DE CUAL PAZ?
Si Ingrid Betancourt hubiera apostado con el Dalai Lama, a que ella conseguiría reacciones más violentas con una amenaza de demanda, que él reacciones compasivas con una visita a Colombia y su discurso sobre compasión, seguramente habría obtenido más dinero del que dicen que planeaba obtener mediante una demanda. Las dos son intenciones envueltas en palabras, solo que una de ellas demuestra nuestra afinidad con la parte oscura de nosotros mismos lo cual quedó demostrado a través de las reacciones que vimos no sólo en redes sociales como facebook y twitter sino en todos los medios de comunicación, respecto a la noticia de la que todo el mundo sigue hablando. Pero como nos entusiasma cualquier especulación negativa que nos arrastre a nuestra oscuridad emocional, como nos dan cuerda con cualquier noticia que no sea edificante, asertiva y saludable emocional y mentalmente.
Cuando Ingrid salió de su cautiverio, en el lugar donde yo trabajaba mucha gente se abrazó, hubo lágrimas de felicidad, mi teléfono celular tuvo congestión de tráfico felicitándome por la liberación de alguien a la que sólo he visto una vez en mi vida a finales del 2001 antes de su secuestro cuando le hice una entrevista para el diario con el que trabajaba.Yo no podía sentir la misma alegría que sentían todos, y no porque tenga algo en contra de ella, simplemente escuchaba a mi intuición que me decía que era prematuro celebrar algo sobre lo que no sabía nada, al fin al cabo todos conocemos los hechos sólo por los medios de comunicación algo que con el respeto que me merecen muchos colegas, no es de mi confiabilidad absoluta. Muchos me juzgaron por mi actitud de "frialdad" pero siempre respondí lo mismo "me parece prematuro alegrarme por algo que aún no sabemos como va a terminar" porque siempre supe que ese episodio no terminaba con su liberación. Ahora respondí lo mismo cuando me preguntaron mi opinión. Es prematuro opinar sobre algo de lo cual no tengo suficiente información y que no sabemos como se va a desenlazar. Esta es una historia en desarrollo, la historia de cada uno de nosotros está en desarrollo, es por eso que elaborar juicios respecto a la conducta de las personas y determinarlas por esas conductas es no sólo injusto sino una mala inversión de tiempo y energía. No me extrañaría que un día descubrieran nuevas cosas respecto al secuestro de Ingrid y que determinaran que gracias a ella, por ejemplo, Colombia se salvó de un ataque nuclear y que por lo tanto le debemos pagar unos cuantos millones de euros en agradecimiento, con lo cual la convertiríamos en heroína (repito esto sólo es un ejemplo). Todo es posible, en cuestión de figuras públicas y políticas, un día son héroes otro son ladrones y otro son narcotraficantes, en fin parece que son poseedores de los mil rostros. Las versiones sobre lo que pasó en ese cautiverio son tantas y todas tan distintas que es muy difícil por no decir que imposible saber quien está diciendo la verdad. La verdad es de cada uno, cada uno la cuenta como le conviene y quienes no estuvimos en cautiverio con ellos somos los menos indicados para elaborar juicios y condenas respecto a los hechos que le siguen a esa liberación.
Me preocupa más lo que hacemos con este tipo de información que el contenido de la misma, porque no lucimos justos, parcos, razonables, inteligentes ni sabios, lucimos como el pueblo violento que todos piensan que somos. Elevando juicios sobre conocimientos muy bastos, y eso es triste porque con ello solo demostramos que nos merecemos y nos seguiremos mereciendo lo que nos pasa, si seguimos sembrando vientos seguiremos recogiendo tempestades, recordemos que cuando Juan habla de Pedro habla mas de Juan que de Pedro. Personalmente no creo en el patriotismo que pide justicia con esa violencia verbal.
En el peor de los casos si ella es tan “mala” como todos dicen, tenemos que reconocer que nuestra conducta no habla bien de nuestra proclamación de paz en el mundo, la paz no será algo que un presidente nos otorgará, si cada uno de nosotros no tenemos el corazón libre y listo para recibirla. La paz es la única meta que obtenemos en una batalla limpia con los demás y una sucia con nosotros mismos.
Cuando Ingrid salió de su cautiverio, en el lugar donde yo trabajaba mucha gente se abrazó, hubo lágrimas de felicidad, mi teléfono celular tuvo congestión de tráfico felicitándome por la liberación de alguien a la que sólo he visto una vez en mi vida a finales del 2001 antes de su secuestro cuando le hice una entrevista para el diario con el que trabajaba.Yo no podía sentir la misma alegría que sentían todos, y no porque tenga algo en contra de ella, simplemente escuchaba a mi intuición que me decía que era prematuro celebrar algo sobre lo que no sabía nada, al fin al cabo todos conocemos los hechos sólo por los medios de comunicación algo que con el respeto que me merecen muchos colegas, no es de mi confiabilidad absoluta. Muchos me juzgaron por mi actitud de "frialdad" pero siempre respondí lo mismo "me parece prematuro alegrarme por algo que aún no sabemos como va a terminar" porque siempre supe que ese episodio no terminaba con su liberación. Ahora respondí lo mismo cuando me preguntaron mi opinión. Es prematuro opinar sobre algo de lo cual no tengo suficiente información y que no sabemos como se va a desenlazar. Esta es una historia en desarrollo, la historia de cada uno de nosotros está en desarrollo, es por eso que elaborar juicios respecto a la conducta de las personas y determinarlas por esas conductas es no sólo injusto sino una mala inversión de tiempo y energía. No me extrañaría que un día descubrieran nuevas cosas respecto al secuestro de Ingrid y que determinaran que gracias a ella, por ejemplo, Colombia se salvó de un ataque nuclear y que por lo tanto le debemos pagar unos cuantos millones de euros en agradecimiento, con lo cual la convertiríamos en heroína (repito esto sólo es un ejemplo). Todo es posible, en cuestión de figuras públicas y políticas, un día son héroes otro son ladrones y otro son narcotraficantes, en fin parece que son poseedores de los mil rostros. Las versiones sobre lo que pasó en ese cautiverio son tantas y todas tan distintas que es muy difícil por no decir que imposible saber quien está diciendo la verdad. La verdad es de cada uno, cada uno la cuenta como le conviene y quienes no estuvimos en cautiverio con ellos somos los menos indicados para elaborar juicios y condenas respecto a los hechos que le siguen a esa liberación.
Me preocupa más lo que hacemos con este tipo de información que el contenido de la misma, porque no lucimos justos, parcos, razonables, inteligentes ni sabios, lucimos como el pueblo violento que todos piensan que somos. Elevando juicios sobre conocimientos muy bastos, y eso es triste porque con ello solo demostramos que nos merecemos y nos seguiremos mereciendo lo que nos pasa, si seguimos sembrando vientos seguiremos recogiendo tempestades, recordemos que cuando Juan habla de Pedro habla mas de Juan que de Pedro. Personalmente no creo en el patriotismo que pide justicia con esa violencia verbal.
En el peor de los casos si ella es tan “mala” como todos dicen, tenemos que reconocer que nuestra conducta no habla bien de nuestra proclamación de paz en el mundo, la paz no será algo que un presidente nos otorgará, si cada uno de nosotros no tenemos el corazón libre y listo para recibirla. La paz es la única meta que obtenemos en una batalla limpia con los demás y una sucia con nosotros mismos.
Comentarios