EN LA OTRA VIDA.
El fin de semana vi una película que me impactó mucho porque aunque la película es sobre la muerte, está enfocada en la vida.
La trama de la película gira en torno a un muerto y al dueño de una funeraria que es quien hace todo el trabajo, desde arreglar los muertos hasta organizar sus honras fúnebres, el hombre se puede contactar con los muertos y los ayuda a hacer la transición entre la vida y la muerte. Sus diálogos son fuertes y confrontadores, él piensa que mucha gente muere antes de que su cuerpo físico lo haga, piensa que la gente tiene miedo de morir, pero que en realidad tiene más miedo de vivir, piensa que los muertos solo saben orinar y defecar y arruinar el aire de los que están vivos, lo cual no es muy diferente de lo que hacen muchos vivos, también piensa que morimos para que la vida sea importante; y finalmente hace una disertación acerca de como los vivos vamos a los funerales nos compadecemos y acompañamos a los dolientes; después de eso regresamos a casa a nuestra cena congelada, a visitar los centros comerciales convencidos que eso, es decir la muerte, no nos va a suceder a nosotros.
La muerta de la película muere por no saber escuchar, por asumir lo que el otro quiere decir y por dejarse descomponer de lo que ella pensó que el otro le decía, pero que era todo lo contrario a lo que ella se imaginaba, lo cual me dejó pensando en que a lo mejor ella vino al mundo sólo para aprender esa lección y en como lo que son lecciones pequeñas para unos puede llegar a representar todo un reto para otros.
En la película uno puede ver lo que se supone es la transición entre la vida y la muerte, con lo que terminé comprendiendo que la muerte no es otra cosa que el paso a lo que llamamos “la otra vida” como a veces nos referimos a ella, muchas de las pesadillas que viven los muertos en esa transición no son muy distintas de las pesadillas que vivimos en estado de vigilia los que nos decimos vivos, lo único que hace la diferencia entre esa otra vida y esta, es que el cuerpo nos sirve de vehículo, de pretexto para pactar con maya, con la ilusión de que esta cárcel llamada cuerpo es nuestra libertad.
Parece que la parte más dura de la transición de los muertos es el tener que abandonar el cuerpo con el que se identificaron toda la vida, también lo es saber que todo lo conocido ya no lo será más, que todos los seres a los que llamamos seres amados no los veremos más, no al menos con la conciencia con que nos relacionamos cuando estamos vivos, en conclusión la perdida de control es total y ocasiona un caos y una conmoción generalizada que hace que ese dolor sea apenas soportable, pero que no es muy distinto al que sentimos cuando estamos enamorados y perdemos al ser amado o no somos correspondidos.
Entonces me quedé pensando que la muerte es un estado de enamoramiento de la vida colapsado, nuestro amado cuerpo ya no colaborará más con la identidad que le habíamos atribuido y nuestra amada vida nos arroja al otro lado completamente ignorantes de lo que encontraremos.
En la película no hay ángeles de la muerte, aunque el hombre de la funeraria cumple con esa misión de alguna forma, sólo que con una óptica muy terrenal que al nuevo estado de conciencia de muertos ya no le sirve.
Recuerdo cuando hablé con el tanatólogo que arregló a mi madre y me compartió algunos secretos de su profesión, me dijo que sólo unos muy pocos se marchaban de este mundo con una expresión de placidez, que la mayoría se marchan con el ceño fruncido y con una expresión de profundo dolor. Quizá nos haga falta más imaginación a la hora de partir, más optimismo y más desapego, pero cuando miro a mi alrededor toda nuestra educación en todas las etapas de nuestra vida, está orientada a fortalecer el apego, incluso cuando somos viejos el apego se fortalece más, hasta el apego a la misma vejez se hace evidente como si con ello pudiéramos engañar a la muerte.
La trama de la película gira en torno a un muerto y al dueño de una funeraria que es quien hace todo el trabajo, desde arreglar los muertos hasta organizar sus honras fúnebres, el hombre se puede contactar con los muertos y los ayuda a hacer la transición entre la vida y la muerte. Sus diálogos son fuertes y confrontadores, él piensa que mucha gente muere antes de que su cuerpo físico lo haga, piensa que la gente tiene miedo de morir, pero que en realidad tiene más miedo de vivir, piensa que los muertos solo saben orinar y defecar y arruinar el aire de los que están vivos, lo cual no es muy diferente de lo que hacen muchos vivos, también piensa que morimos para que la vida sea importante; y finalmente hace una disertación acerca de como los vivos vamos a los funerales nos compadecemos y acompañamos a los dolientes; después de eso regresamos a casa a nuestra cena congelada, a visitar los centros comerciales convencidos que eso, es decir la muerte, no nos va a suceder a nosotros.
La muerta de la película muere por no saber escuchar, por asumir lo que el otro quiere decir y por dejarse descomponer de lo que ella pensó que el otro le decía, pero que era todo lo contrario a lo que ella se imaginaba, lo cual me dejó pensando en que a lo mejor ella vino al mundo sólo para aprender esa lección y en como lo que son lecciones pequeñas para unos puede llegar a representar todo un reto para otros.
En la película uno puede ver lo que se supone es la transición entre la vida y la muerte, con lo que terminé comprendiendo que la muerte no es otra cosa que el paso a lo que llamamos “la otra vida” como a veces nos referimos a ella, muchas de las pesadillas que viven los muertos en esa transición no son muy distintas de las pesadillas que vivimos en estado de vigilia los que nos decimos vivos, lo único que hace la diferencia entre esa otra vida y esta, es que el cuerpo nos sirve de vehículo, de pretexto para pactar con maya, con la ilusión de que esta cárcel llamada cuerpo es nuestra libertad.
Parece que la parte más dura de la transición de los muertos es el tener que abandonar el cuerpo con el que se identificaron toda la vida, también lo es saber que todo lo conocido ya no lo será más, que todos los seres a los que llamamos seres amados no los veremos más, no al menos con la conciencia con que nos relacionamos cuando estamos vivos, en conclusión la perdida de control es total y ocasiona un caos y una conmoción generalizada que hace que ese dolor sea apenas soportable, pero que no es muy distinto al que sentimos cuando estamos enamorados y perdemos al ser amado o no somos correspondidos.
Entonces me quedé pensando que la muerte es un estado de enamoramiento de la vida colapsado, nuestro amado cuerpo ya no colaborará más con la identidad que le habíamos atribuido y nuestra amada vida nos arroja al otro lado completamente ignorantes de lo que encontraremos.
En la película no hay ángeles de la muerte, aunque el hombre de la funeraria cumple con esa misión de alguna forma, sólo que con una óptica muy terrenal que al nuevo estado de conciencia de muertos ya no le sirve.
Recuerdo cuando hablé con el tanatólogo que arregló a mi madre y me compartió algunos secretos de su profesión, me dijo que sólo unos muy pocos se marchaban de este mundo con una expresión de placidez, que la mayoría se marchan con el ceño fruncido y con una expresión de profundo dolor. Quizá nos haga falta más imaginación a la hora de partir, más optimismo y más desapego, pero cuando miro a mi alrededor toda nuestra educación en todas las etapas de nuestra vida, está orientada a fortalecer el apego, incluso cuando somos viejos el apego se fortalece más, hasta el apego a la misma vejez se hace evidente como si con ello pudiéramos engañar a la muerte.
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