MÁS ALLÁ DE LA PIEL
Betty era una de mis compañeras de trabajo, no tenía mucho tiempo en la empresa, cuando fue ascendida a un cargo de poder y autoridad dentro de la empresa, bien ganado por cuanto su capacidad laboral, su sentido de responsabilidad y su nivel de compromiso eran asombrosos.
Nada de esto era suficiente para que ella se sientiera satisfecha consigo misma, tenía algo de sobrepeso y acné en su piel, lo que la hacía padecer de una gran inseguridad en si misma, además, tenía la suficiente no sé, si ingenuidad o falta de dignidad para exhibir abiertamente su mala autoestima, con frecuencia uno la escuchaba hablar mal de si misma, aunque jamás lo hacía de alguien más. Una vez me dijo que tenía que ponerse base en la piel y mucho maquillaje porque detrás de ese maquillaje había una mujer “horrorosa” que ella no dejaría que nadie viera. Lo dijo con pena por si misma y con una convicción que casi me creo. La carencia que tenía de auto aceptación era la misma que le impedía recibir aceptación de la gente, e intuía que aquella era la primera vez que ella era valorada por alguien, es decir que la empresa había valorado su trabajo y su esfuerzo, y ella no sabía como usar el poder que la empresa le había concedido, se llevaba mal con la gente, no sabía como ejercer su autoridad y le hablaba mal a las personas, se tomaba las dificultades laborales a nivel personal y dejaba de hablarle a la gente cada vez que tenían algún roce laboral.
Un día profundamente conmovida por su situación decidí regalarle un libro de autoestima, la abracé y le dije que ella tenía mucho potencial y que yo estaba segura de que iba a llegar muy lejos. A los tres días me regresó el libro y me dijo que no estaba interesada porque ese libro decía cosas que a ella no le gustaban, en el primer momento me sentí molesta, pero después me quedé pensando en su rol en este mundo y en como ahí se estaba desarrollando parte de ese rol, hasta que punto yo sólo estaba interfiriendo en su plan cósmico. Siempre terminamos defendiendo nuestra misión ya sea inconscientemente, ya sea de manera errónea para los demás, me acordé de algo que leí en un libro donde decía que nunca podemos saber si aquellas almas que a veces etiquetamos de “equivocadas” en realidad están regocijándose en la más grande y cruda misión que su alma tiene que desempeñar en este plano.
Y esto fue revelador en un momento en donde a veces me parece estar viviendo en medio de una histeria egocéntrica colectiva, en donde no consigo saber la procedencia de la conducta de la gente, Me di cuenta a raíz de esta experiencia con Betty, que todos estamos en búsqueda de reconciliación con nosotros mismos, que estamos haciendo lo mejor que podemos con lo que tenemos, aunque a veces sea más sencillo pensar que muchos hacen lo peor que pueden con lo mejor que tienen.
Y esto me sumergió en una profunda reflexión acerca de la dificultad que padecemos de comprender, entendiendo comprensión no como el concepto intelectual y racional de saber de donde proceden las cosas, sino de ese sentir en nuestro propio corazón y no solamente en la piel, la búsqueda del otro, de ese conectarnos con el alma de la otra persona e intuir sus porqués y darnos cuenta de la inutilidad del juicio por lo que el otro exhibe, finalmente sus causas y sus consecuencias son parte importante de su desempeño cósmico.
Quizá la verdadera “comprensión” sólo sea la antesala de la aceptación y del respeto por la diversidad.
Nada de esto era suficiente para que ella se sientiera satisfecha consigo misma, tenía algo de sobrepeso y acné en su piel, lo que la hacía padecer de una gran inseguridad en si misma, además, tenía la suficiente no sé, si ingenuidad o falta de dignidad para exhibir abiertamente su mala autoestima, con frecuencia uno la escuchaba hablar mal de si misma, aunque jamás lo hacía de alguien más. Una vez me dijo que tenía que ponerse base en la piel y mucho maquillaje porque detrás de ese maquillaje había una mujer “horrorosa” que ella no dejaría que nadie viera. Lo dijo con pena por si misma y con una convicción que casi me creo. La carencia que tenía de auto aceptación era la misma que le impedía recibir aceptación de la gente, e intuía que aquella era la primera vez que ella era valorada por alguien, es decir que la empresa había valorado su trabajo y su esfuerzo, y ella no sabía como usar el poder que la empresa le había concedido, se llevaba mal con la gente, no sabía como ejercer su autoridad y le hablaba mal a las personas, se tomaba las dificultades laborales a nivel personal y dejaba de hablarle a la gente cada vez que tenían algún roce laboral.
Un día profundamente conmovida por su situación decidí regalarle un libro de autoestima, la abracé y le dije que ella tenía mucho potencial y que yo estaba segura de que iba a llegar muy lejos. A los tres días me regresó el libro y me dijo que no estaba interesada porque ese libro decía cosas que a ella no le gustaban, en el primer momento me sentí molesta, pero después me quedé pensando en su rol en este mundo y en como ahí se estaba desarrollando parte de ese rol, hasta que punto yo sólo estaba interfiriendo en su plan cósmico. Siempre terminamos defendiendo nuestra misión ya sea inconscientemente, ya sea de manera errónea para los demás, me acordé de algo que leí en un libro donde decía que nunca podemos saber si aquellas almas que a veces etiquetamos de “equivocadas” en realidad están regocijándose en la más grande y cruda misión que su alma tiene que desempeñar en este plano.
Y esto fue revelador en un momento en donde a veces me parece estar viviendo en medio de una histeria egocéntrica colectiva, en donde no consigo saber la procedencia de la conducta de la gente, Me di cuenta a raíz de esta experiencia con Betty, que todos estamos en búsqueda de reconciliación con nosotros mismos, que estamos haciendo lo mejor que podemos con lo que tenemos, aunque a veces sea más sencillo pensar que muchos hacen lo peor que pueden con lo mejor que tienen.
Y esto me sumergió en una profunda reflexión acerca de la dificultad que padecemos de comprender, entendiendo comprensión no como el concepto intelectual y racional de saber de donde proceden las cosas, sino de ese sentir en nuestro propio corazón y no solamente en la piel, la búsqueda del otro, de ese conectarnos con el alma de la otra persona e intuir sus porqués y darnos cuenta de la inutilidad del juicio por lo que el otro exhibe, finalmente sus causas y sus consecuencias son parte importante de su desempeño cósmico.
Quizá la verdadera “comprensión” sólo sea la antesala de la aceptación y del respeto por la diversidad.
Comentarios