LA PERSISTENCIA DE LA "LADY"
Me maravilla la manera como mi esposo reconstruye su planeador después de que se ha despedazado en uno de sus vuelos. Cuando eso pasa, su "Lady" como él llama a su planeador, queda fuera de funcionamiento por un tiempo, sin poder volar y otorgar el espectáculo para los amantes del atardecer en la playa.
Mientras observo su "Lady" despedazada, parece imposible que haya forma de reconstruirla, mi esposo observa con detenimiento cada una de las piezas mientras la reconstruye con su imaginación, después se entrega en sus momentos libres a reconstruirla con una paciencia asombrosa, cuando termina nadie pensaría que su "Lady" ha superado más de una estrellada en las cuales incluso ha perdido piezas vitales para funcionar perfectamente. Lisa, brillante, blanca y con la elegancia de un planeador recienconstruido su "Lady" esta lista para tomar vuelo de nuevo, entonces puede decir que esta lista para elevarse por encima de todo.
Mientras observo todo este proceso, pienso que de igual forma nos sucede cuando algo o alguien nos despedaza, cuando nuestras entrañas son arañadas con la adversidad, cuando nuestra alma salvaje no promete retorno posible a la civilización, requerimos de la misma paciencia para reconstruirnos fuertes y seguros y poder elevarnos por encima de nuestros adversarios y nuestras adversidades. Ocultarnos del mundo, lamer nuestras heridas, curarlas y dejarle al tiempo el proceso de cicatrización. Así en el silencio en el que no aceptamos juicios de otros, nos tornamos benevolentes con nosotros mismos y renunciamos a la culpa, renunciamos a culpar, perdonamos y nos perdonamos. No obstante sabemos que si volamos sobre los mismos arbustos que nos causaron daño, corremos el riesgo de salir de nuevo lastimados, entonces quedan dos opciones: volar más alto, o renunciar a ese trozo de firmamento.
De todo éste proceso de la reconstrucción de la "Lady" siempre me queda una profunda enseñanza: no importa que tantas veces nos despedacen o nos despedacemos a nosotros mismos, el tiempo y la paciencia juega un papel vital en el proceso de reconstruirnos, tanto respetar como hacer respetar esos ciclos es parte de nuestro verdadero poder.
Mientras observo su "Lady" despedazada, parece imposible que haya forma de reconstruirla, mi esposo observa con detenimiento cada una de las piezas mientras la reconstruye con su imaginación, después se entrega en sus momentos libres a reconstruirla con una paciencia asombrosa, cuando termina nadie pensaría que su "Lady" ha superado más de una estrellada en las cuales incluso ha perdido piezas vitales para funcionar perfectamente. Lisa, brillante, blanca y con la elegancia de un planeador recienconstruido su "Lady" esta lista para tomar vuelo de nuevo, entonces puede decir que esta lista para elevarse por encima de todo.
Mientras observo todo este proceso, pienso que de igual forma nos sucede cuando algo o alguien nos despedaza, cuando nuestras entrañas son arañadas con la adversidad, cuando nuestra alma salvaje no promete retorno posible a la civilización, requerimos de la misma paciencia para reconstruirnos fuertes y seguros y poder elevarnos por encima de nuestros adversarios y nuestras adversidades. Ocultarnos del mundo, lamer nuestras heridas, curarlas y dejarle al tiempo el proceso de cicatrización. Así en el silencio en el que no aceptamos juicios de otros, nos tornamos benevolentes con nosotros mismos y renunciamos a la culpa, renunciamos a culpar, perdonamos y nos perdonamos. No obstante sabemos que si volamos sobre los mismos arbustos que nos causaron daño, corremos el riesgo de salir de nuevo lastimados, entonces quedan dos opciones: volar más alto, o renunciar a ese trozo de firmamento.
De todo éste proceso de la reconstrucción de la "Lady" siempre me queda una profunda enseñanza: no importa que tantas veces nos despedacen o nos despedacemos a nosotros mismos, el tiempo y la paciencia juega un papel vital en el proceso de reconstruirnos, tanto respetar como hacer respetar esos ciclos es parte de nuestro verdadero poder.
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