Una semana en la vida de un ocupa en Londres
Me pasé el día terminando el diseño de un libro de recetas sostenibles (doof cook book) para el “Imagine something wonderful and make it happen collective” (el colectivo “Imagínate algo grandioso y hazlo realidad”). El libro será impreso en papel usado y todas las portadas serán hechas de material reciclado (cartón, plástico, carpetas viejas, mapas, etc.). Su propósito es invitar a la gente a repensar su relación con la comida mientras prepara recetas saludables para compartir con familiares y amigos. Comer está tan incrustado en nuestra rutina que perdió su valor. El libro fomenta una relación más profunda con los alimentos e incita a sus lectores a enterarse de los procesos de cultivo, transporte y distribución de los mismos. El colectivo está apoyando a la ONG otesha.org.uk a través de la venta del libro durante un evento para recoger fondos que tendrá lugar este miércoles.
Martes, diciembre 1
Visité la biblioteca para poder revisar correos porque donde vivo no tengo acceso a un computador. Antes de almuerzo empecé a “empastar” los libros para el evento del miércoles y repasé el libreto para la presentación de “Los 3 cerditos” que tendrá lugar el sábado en horas de la tarde en Nueva Acrópolis, una escuela de filosofía a la que está vinculada mi hermana (y mi madre también pero en Colombia) desde hace muchos años. De regreso de la biblioteca visité Holland & Barret, una tienda de productos naturales y antes de regresar al “squat” visité el templo de los Hare Krishna en Soho. A las 8pm teníamos la proyección de cortometrajes independientes en el lugar donde vivo. Como a las 11pm alguien me ofreció un platado de arroz frito con verduras que acepté pero guardé para mi almuerzo el día siguiente –normalmente ceno antes de las 7pm. Me fui a dormir a media noche pero fui levantada a las 3.30am por la celebración que había en la cocina. Tres de mis compañeros regresaban a casa con un “botín” de comida rescatada de la basura.
Miércoles, diciembre 2
Visité la biblioteca para revisar correos y terminar de “empastar” los libros. Estando allí escuché a una chica preguntando por una guía turística de Colombia. Esperé que terminara la conversación con el personal de la biblioteca y la seguí hasta la entrada en donde confirmé si había dicho Colombia. Efectivamente viajaba para Bogotá en un par de semanas a pasar Navidad y Año Nuevo en mi querido país. Le dije que estaba segura que le iba a encantar y le pedí su correo para enviarle algunos enlaces. Al final terminó comprándome unos de los libros por el doble del dinero que le pedí –uno nunca sabe para quien trabaja. A las 5pm empezó mi pedaleada hacia Otesha. Estaba lloviendo y al cabo de 15 minutos estaba completamente mojada. Como no había nada que pudiese hacer al respecto decidí disfrutar del paseo y de las luces navideñas de la ruta (la otra vez escuché por ahí que el agua lluvia es buena para la piel). A las 7pm me encontré con mi hermana en el lugar de la fiesta. A su llegada visitamos la mesa de la ropa en donde uno intercambiaba prendas que traía pero que ya no usaba por ropa que alguien más hubiese traído. De allí fuimos a parar al rincón de las tortas de donde casi no nos movemos. Nos sentamos un rato para repasar brevemente el libreto para la obra del sábado y hablar de cosas de la vida. Ambas compramos boletas para una rifa pero no nos ganamos ni el aplauso del público –aunque si la satisfacción de estar apoyando una buena causa. Los 30 libros se vendieron como pan caliente. De regreso al squat pasé por algunos restaurantes de sushi y en el último encontré una bolsada de bocados en perfecta condición. En la foto adjunta ven lo que quedó en la bolsa al día siguiente después de que 15 personas hambrientas comieran –imagínense la cantidad.
Jueves, diciembre 3
Empecé a hacer la lista de las personas a quienes Sonia y yo queremos darles algún detalle de navidad. El año pasado tuvimos un “no-impact Christmas” (Navidad sin impacto) y regalamos todas las cosas que teníamos en nuestra caja de “por si acas”.
Teníamos una colección de objetos que eran la suma de cosas que nos habían regalado pero que no necesitábamos y de cosas que nos habíamos encontrado. La tarjeta invitaba a la gente a pasar el regalo en caso de que no lo necesitaran. Este año queremos regalar el libro de recetas o billeteras que está haciendo Sonia de neumático de bicicleta reciclado. En la tarde tenía planeado ir a una conferencia sobre el cambio climático pero en el squat había una sesión de “singing in the roof” (cantar en el techo). Yo nunca había cantado en el techo de manera que decidí quedarme para ver de que se trataba. Efectivamente, salimos por una ventana y fuimos a parar al techo que tenía una vista espectacular de la cuidad. Durante 30 minutos cantamos todo tipo de canciones y rondas como si el resto del mundo no existiera.
Viernes, diciembre 4
A las 10am teníamos cita por segunda vez en la corte porque los dueños del edificio están tratando de desalojarnos. Ni siquiera tuvimos tiempo para exponer nuestra defensa porque el juez no se encontraba a gusto con los papeles del demandante. El resultado: 10 días más en la propiedad. Para celebrarlo, hubo concierto en el balcón y algunos desayunaron champaña con pan y queso. Esa noche uno de mis compañeros que trabaja como chef llegó a casa con una bolsa de comida que iban a botar y me regaló una ensalada de “sun-dried tomatoes”. La complementé con un puré que cociné en nuestra estufa nueva (la vieja sólo tenía una boquilla buena y se había dañado el día anterior).
Sábado, diciembre 5
Quedé de verme con mi hermana a las 10.30am para ensayar por última vez. Almorzamos juntas y nos preparamos para la llegada del público. El evento empezó a las 3pm con una introducción de la directora de la organización y enseguida entré yo silbando la primera canción. Con la excusa de que era olvidadiza, invité a los niños participar. Ellos me corregían cuando yo –a propósito- confundía los personajes. Mi hermana aparecía en escena como unos de los 3 cerditos y los invitaba a jugar. Estar contando cuentos me recordó lo mucho que lo disfruto y tengo planeado ofrecer este servicio a bibliotecas y colegios en un futuro no muy lejano. Por la noche había “music jam” en el squat. Se trata de improvisar música en grupo con instrumentos o con objetos que generen algún tipo de sonido, desde botellas y latas hasta secadores de pelo. Pasamos 2 horas inspirados creando cantidad de melodías. Yo no toco ningún instrumento pero en el transcurso del experimento terminé un par de veces con una guitarra y un acordeón. El propósito era conectarse con la música, con el ritmo y con el grupo. A media noche llegó Sonia que se encontraba en la fiesta de navidad de la escuela de yoga que frecuenta desde hace varios meses. Hubo “chanting”, presentaciones y una comilona vegetariana.
Domingo, diciembre 6
Sorpresa en la cocina. Un grupo del squat había salido a la madrugada y rescatado comida de unos de los mejores supermercados en Londrés. Había bananos, fresas, manzanas, peras, lechugas, cajas de chocolates, pan, quesos, postres, dips, brócoli, cheesecake, papas, mecato, etc. Ya se imaginarán el banquete que nos dimos. Por la tarde llevé a Sonia al techo en donde nos quedamos un rato disfrutando de los rayos del sol. Por la noche visitamos Climate Camp, un campamento en el centro de Londres (Trafalgar Square) para protestar en contra de las “falsas soluciones” que muchos gobiernos están llevando al cumbre del medio ambiente en Copenhaguen. En esta reunión de la ONU, se decidirán –o postergarán- políticas globales para detener el cambio climático descontrolado. Los capitalistas han visto en esta crisis ambiental una oportunidad para generar un nuevo mercado comprando y vendiendo “carbon credits” (créditos de carbono?). Sin embargo, como todo sistema basado en el capitalismo, está condenado a fracasar. Nos encontramos en un momento decisivo en la historia de la humanidad. Tenemos un 50% de chance de lograr un acuerdo con el impacto necesario para reducir la dependencia en el petróleo y mermar las partes por millón de dióxido de carbono en la atmósfera. Como dicen por ahí, nadie tomaría un avión con el 50% de posibilidad de llegar a su destino. La diferencia entre esta metáfora y la realidad, es que ya nos encontramos en el avión. Pero este será tema para otro reporte. Camino a casa pasamos por Iceland y rescatamos varias bolsas de pan, uvas, pancakes, 4 cajas de champiñones, “sausage rolls”, 3 yogurts y 1 paquete de galletas (ver fotos adjuntas). Hicimos un foto estudio al lado del basurero para compartirles la experiencia. Un paquistaní que pasó por allí nos dijo sonriendo: “bonito lugar para tomarse fotos”.
Adelante
Calu
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