DEL VACÍO AL ABISMO
Blanca es una mujer en sus cuarentas, está sola y buscando pareja, tiene un buen empleo en el que gana bien y una vida aparentemente solvente y sin preocupaciones, no somos muy cercanas pero a ella ocasionalmente le gusta hablarme de sus cosas, la otra vez me contó de sus rondas nocturnas en los casinos donde se queda a veces hasta la madrugada, sin importar si es un día de la semana, cuando le pregunté si eso no interfería con su desempeño laboral al día siguiente, me dijo que su trabajo lo podía hacer dormida, que ya lo tenía mecanizado y que no exigía de ella mayor concentración, pese a que su trabajo es en el área contable. Me hubiera deslumbrado su capacidad laboral sino supiera que ese es el modus operandi de muchos empleados en este país, donde el desempeño laboral no es cuestionado siempre y cuando exista un diploma que respalde el conocimiento del empleado, entre otras cosas si algo sale mal para eso están las demandas y los remiendos posteriores, sin importar a cuanta gente se han llevado por delante.
Después de esta conversación decidí no volver a tocar el tema con ella, pero esta semana ella misma lo retomó, me dijo que deberían cerrar los casinos, porque le hacían mucho daño a la gente, la volvían adicta, como a ella, dijo, y con un tono de resignación terminó diciendo que no había remedio, mientras el gobierno no cerrara los casinos ella y todos los adictos al juego estaban condenados a morir en las fauces de la adicción.
Le pregunté si había considerado otra opción, como hacer terapia, pero se rió de mi "ignorancia" en temas de adicción, y con una propiedad absoluta me dijo que las terapias eran para los adictos a las drogas y ese no era su caso. Me di cuenta que aunque ella estaba conciente de su adicción, para ella la responsabilidad no era de ella sino de los casinos. Es decir que su conciencia de ser una adicta, era otra bandera más con que el ego maquillaba su imagen satisfaciendo su necesidad de hacerle creer a los demás que ella está bien.
Me detuve a observar su estilo de vida y comprendí que ella siempre está buscando que la solución a sus problemas provenga de afuera, de alguna fórmula o de lo que alguien más hará por ella, si es algo que pueda simplemente comprar, mejor. Es lo mismo con su deseo de bajar de peso, compró una costosa dieta que le envían a domicilio, pero no ha considerado hacer ejercicio, por supuesto no ha bajado una sola libra, pero ella sigue esperando que la dieta por la que pago mucho dinero haga el trabajo por ella. También es lo mismo con las necesidades de sus hijos, ella esta dispuesta a satisfacer todas las necesidades materiales de sus hijos y las que se puedan cubrir con dinero, pero las necesidades emocionales y afectivas no. Ese es más o menos el patrón americano, todo lo que el dinero pueda solucionar estará a su disposición, son buenos proveedores materiales pero pésimos proveedores afectivos y emocionales.
Aunque muchos que no están adheridos al sistema americano, también tienen la compulsiva manía de encontrar un responsable fuera de ellos por las cosas que les suceden: si no vendieran comida chatarra no estarían obesos, si no vendieran drogas no serían adictos, si no vendieran cigarrillos no serían fumadores etc. Lo triste es que no comprenden que no asumir la responsabilidad por lo que les pasa, es parte de la enfermedad, mientras sigan llevando una vida familiar y social medianamente aceptable siguen cargando con esos verdugos invisibles e implacables que hacen de sus vidas el caos que sólo reconocen cuando el vacío existencial se les convierte en abismo.
Después de esta conversación decidí no volver a tocar el tema con ella, pero esta semana ella misma lo retomó, me dijo que deberían cerrar los casinos, porque le hacían mucho daño a la gente, la volvían adicta, como a ella, dijo, y con un tono de resignación terminó diciendo que no había remedio, mientras el gobierno no cerrara los casinos ella y todos los adictos al juego estaban condenados a morir en las fauces de la adicción.
Le pregunté si había considerado otra opción, como hacer terapia, pero se rió de mi "ignorancia" en temas de adicción, y con una propiedad absoluta me dijo que las terapias eran para los adictos a las drogas y ese no era su caso. Me di cuenta que aunque ella estaba conciente de su adicción, para ella la responsabilidad no era de ella sino de los casinos. Es decir que su conciencia de ser una adicta, era otra bandera más con que el ego maquillaba su imagen satisfaciendo su necesidad de hacerle creer a los demás que ella está bien.
Me detuve a observar su estilo de vida y comprendí que ella siempre está buscando que la solución a sus problemas provenga de afuera, de alguna fórmula o de lo que alguien más hará por ella, si es algo que pueda simplemente comprar, mejor. Es lo mismo con su deseo de bajar de peso, compró una costosa dieta que le envían a domicilio, pero no ha considerado hacer ejercicio, por supuesto no ha bajado una sola libra, pero ella sigue esperando que la dieta por la que pago mucho dinero haga el trabajo por ella. También es lo mismo con las necesidades de sus hijos, ella esta dispuesta a satisfacer todas las necesidades materiales de sus hijos y las que se puedan cubrir con dinero, pero las necesidades emocionales y afectivas no. Ese es más o menos el patrón americano, todo lo que el dinero pueda solucionar estará a su disposición, son buenos proveedores materiales pero pésimos proveedores afectivos y emocionales.
Aunque muchos que no están adheridos al sistema americano, también tienen la compulsiva manía de encontrar un responsable fuera de ellos por las cosas que les suceden: si no vendieran comida chatarra no estarían obesos, si no vendieran drogas no serían adictos, si no vendieran cigarrillos no serían fumadores etc. Lo triste es que no comprenden que no asumir la responsabilidad por lo que les pasa, es parte de la enfermedad, mientras sigan llevando una vida familiar y social medianamente aceptable siguen cargando con esos verdugos invisibles e implacables que hacen de sus vidas el caos que sólo reconocen cuando el vacío existencial se les convierte en abismo.
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