LOS ATRASOS DEL DESTINO
Parada frente al estante de autosuperación del Barnes and Noble leyendo un libro de Joan Borisenko, llega él por mi espalda y toca sutilmente mis hombros, lo hace como le es usual, con esa diplomacia y elegancia que no pierde por nada en el mundo.
Ahí estaba yo almorzando una especie mediterránea de sándwiche, mientras el leía para mi los veinte poemas de amor y una canción desesperada de Pablo Neruda, había comprado una versión para relagalarme incluso después de que le había dicho que lo mío es García Lorca, eso no pareció importarle, de todas maneras compró el libro, me leyó los poemas más románticos, mientras yo me preguntaba porque no me había pasado ésto veinte años atrás, cuando una escena como ésta hubiera estado cargada de todo el erotismo y romanticismo que son capaces de soportar mis sentidos. ¿Dónde estaba él hace veinte años? ¿Porqué no me buscó en barco o en avión en vez de meterse en la computadora y encontrarme veinte años más tarde para leerme los poemas que ya no conseguían detonar el mismo efecto?
¿Les suena familiar? Los atrasos del destino, los llamo yo, todas las cosas que deseé cuando era una joven adolescente que me la pasaba fantaseando con príncipes azules que me leyeran poemas al oído, han ido desfilando por mi vida en los últimos años, algunas a tiempo para ser disfrutadas, otras llegan para ser contempladas con el lente de la nostalgia por lo que queríamos que fuera y que no fue. Siempre me pregunto ¿porqué me llegan las cosas tardíamente? Y la respuesta no se hace esperar, no llegan tardíamente, no supe convocarlas correctamente cuando las deseaba, porque las deseaba con una sensación de carencia, las acariciaba como aquel imposible que no podía ser, como si el hecho de que fueran imposibles les imprimiera más belleza e incrementaran el deseo por adquirirlo. Pero he madurado, me he vuelto una mujer más segura de mi misma, mi sentido de merecimiento se ha incrementado, también deseo cosas distintas ahora, pero lo más importante, he comprendido que muchas cosas que deseaba, no era yo quien lo hacía, sino la influencia que tenían en mi las figuras sociales y de autoridad de entonces, muchas cosas estaban supuestas a ser deseadas, y yo simplemente respondía a esa programación social. Ahora deseo solamente las cosas que yo decido, la influencia del colectivo, de mi sociedad y de mi familia ya no hacen efecto en mí, es como si hubiera desepertado de un largo sueño en el que soy premiada con algo llamado discermimiento.
Trato de que mi hija haga lo mismo, que cuestione por ejemplo, si la cirugia estética es lo que realmente quiere o si su deseo está influido por conceptos grupales acerca de la belleza y de medios para obtener aprobación, y no es solamente con la estética, sino que cuestione toda relación con su entorno, con el matrimonio, con la administración de su cuerpo, con su identidad sexual, con sus preferencias sexuales, al fin y al cabo la que tiene que vivir su vida es ella. No se trata de ahorrarle sufrimientos y dolores, y si de que clarifique que es lo que quiere y aprenda a convocar correctamente aquello que desea para que recoja su cosecha en sus treinta sin tener que esperar a sus cincuenta para que un galán le lea poemas de Neruda mientras saborea un sándwiche mediterráneo.
Ahí estaba yo almorzando una especie mediterránea de sándwiche, mientras el leía para mi los veinte poemas de amor y una canción desesperada de Pablo Neruda, había comprado una versión para relagalarme incluso después de que le había dicho que lo mío es García Lorca, eso no pareció importarle, de todas maneras compró el libro, me leyó los poemas más románticos, mientras yo me preguntaba porque no me había pasado ésto veinte años atrás, cuando una escena como ésta hubiera estado cargada de todo el erotismo y romanticismo que son capaces de soportar mis sentidos. ¿Dónde estaba él hace veinte años? ¿Porqué no me buscó en barco o en avión en vez de meterse en la computadora y encontrarme veinte años más tarde para leerme los poemas que ya no conseguían detonar el mismo efecto?
¿Les suena familiar? Los atrasos del destino, los llamo yo, todas las cosas que deseé cuando era una joven adolescente que me la pasaba fantaseando con príncipes azules que me leyeran poemas al oído, han ido desfilando por mi vida en los últimos años, algunas a tiempo para ser disfrutadas, otras llegan para ser contempladas con el lente de la nostalgia por lo que queríamos que fuera y que no fue. Siempre me pregunto ¿porqué me llegan las cosas tardíamente? Y la respuesta no se hace esperar, no llegan tardíamente, no supe convocarlas correctamente cuando las deseaba, porque las deseaba con una sensación de carencia, las acariciaba como aquel imposible que no podía ser, como si el hecho de que fueran imposibles les imprimiera más belleza e incrementaran el deseo por adquirirlo. Pero he madurado, me he vuelto una mujer más segura de mi misma, mi sentido de merecimiento se ha incrementado, también deseo cosas distintas ahora, pero lo más importante, he comprendido que muchas cosas que deseaba, no era yo quien lo hacía, sino la influencia que tenían en mi las figuras sociales y de autoridad de entonces, muchas cosas estaban supuestas a ser deseadas, y yo simplemente respondía a esa programación social. Ahora deseo solamente las cosas que yo decido, la influencia del colectivo, de mi sociedad y de mi familia ya no hacen efecto en mí, es como si hubiera desepertado de un largo sueño en el que soy premiada con algo llamado discermimiento.
Trato de que mi hija haga lo mismo, que cuestione por ejemplo, si la cirugia estética es lo que realmente quiere o si su deseo está influido por conceptos grupales acerca de la belleza y de medios para obtener aprobación, y no es solamente con la estética, sino que cuestione toda relación con su entorno, con el matrimonio, con la administración de su cuerpo, con su identidad sexual, con sus preferencias sexuales, al fin y al cabo la que tiene que vivir su vida es ella. No se trata de ahorrarle sufrimientos y dolores, y si de que clarifique que es lo que quiere y aprenda a convocar correctamente aquello que desea para que recoja su cosecha en sus treinta sin tener que esperar a sus cincuenta para que un galán le lea poemas de Neruda mientras saborea un sándwiche mediterráneo.
Comentarios
Y aunque a veces resulta triste, es un paso necesario.
Escuché por ahi: "la experiencia es aquello que llega cuando ya no lo necesitamos" =)
Saludos luminosos!
Soy Armienne, de Generación Y.
saludos y gracias por tu blog
Déjeme explicarle un poco más. Generación Y es un blog desde Cuba, escrito por Yoani Sánchez a pesar de la represión y la incomunicación en la que el régimen castrista tiene sumido al pueblo cubano.
Yoani escribe en su blog a través de otras personas usando e-mails, SMS o llamadas telefónicas y se ve imposibilitada de seguir o leer su propio blog desde Cuba por estar Generación Y bloqueado por la tiranía castrista como lo están la mayoría de los blogs contestatarios y muchas páginas webs.
Hay unos 1000 blogs cubanos anticastristas de los cuales unos pocos se publican desde Cuba. La lista de estos blogs desde Cuba los verá en la columna izquierda de la página principal de GY.
Puede seguir esos enlaces y ver la riqueza de opiniones y de puntos de vista de los blogs cubanos anticastristas.
Yo tengo mis propios blogs, un poco irreverentes -pornos dirían algunos-, a los que puede llegar a través de mi perfil y muchos de los comentaristas de GY tienen los suyos.
Verlos para tener una idea no es más que suguir los enlaces que tenemos en la mayoría de nuestros blogs.
En Cuba se libra una batalla contra un gobierno despótico y criminal. Cualquier ayuda en la promoción de nuestras ideas y principios, en las denuncias de los abusos y crímenes castristas y en llevar al mundo la realidad que vive el pueblo cubano, sería de gran ayuda.
Muchas gracias, Luz, y un abrazo.
PD: Yo no nací en Cuba pero viví en ella mi niñez y adolescencia y la considero mi única patria.
No digas eso. Tu blog es muy bueno.
Opino como tú: las cosas que no sucedieron antes, simplemente, estaban mal convocadas. De ahí se desprende que todo ocurre justo cuando debe ocurrir.
Un saludo.