LA BELLEZA Y EL AMOR

Tengo que reconocerlo, lo elegí por su belleza, poco me importaba su procedencia y sus altos abolengos, sólo me importaba su apariencia física.

Nuestra convivencia fue maravillosa y como toda relación perfecta escasamente duró trece meses, las mejores cosas se acaban pronto y los mejores compañeros desencarnan con la rapidez que no quisiéramos.

Le hice un luto de dos años antes de salir al mercado en busca de otro espécimen que fuera eso si muy pero muy bello físicamente. En mi exhaustiva búsqueda no encontré un él, sino una ella, perfecta, el sueño hecho realidad de cualquiera, todos estaban envidiosos de verme en su compañía, acaparábamos la atención de todos y lo más importante cuando alguien nos visitaba en casa, ella era el centro de atención. Nuestro idilio duró menos que el primero, sólo dos meses, después de eso, ella se tornó distante, agresiva y nada cariñosa. Acudí a todo para reconquistarla, desde esencias florales para modificar su carácter, hasta aromaterapia para atraerla de nuevo, cuando quise echarla de mi casa, no tuve valor para hacerlo ¡era tan hermosa! ¡Como dejar semejante belleza!



Visité trozos de infierno tratando de desapegarme de ella, aunque lo único positivo que le reportaba a mi vida era su poderosa belleza física, siendo realista, no tenía ni un solo atributo más por el cual yo quisiera estar con ella. Entre otras cosas ella no me amaba, de hecho nunca me había amado, otros intereses más terrenales que el amor la habían atraído hacia mí.

Han pasado cinco años y no desencarna, tampoco se marcha, yo no tengo valor para echarla de mi casa, tenemos una inusual relación en la que yo doy todo y ella sólo recibe, de vez en cuando me permite tocarla y darle un par de besos, ya me estoy acostumbrando, creo que estoy aprendiendo a amarla incondicionalmente, a veces me sorprendo a mi misma diciéndome que si ya la elegí no puedo sacarla de mi vida sólo porque no responde a mis expectativas.

La mejor parte de mi historia es que la protagonista es mi gata Afrodita, pero sé de otras historias en donde el personaje elegido ha sido una hermosa mujer que algún hambriento afectivo se ha llevado a casa porque es poderosamente hermosa, también pasa lo contrario, el elegido a veces es un perfecto macho cabrío. También como yo piensan que eso es amor incondicional aunque secretamente estamos esperando cada día que nuestra adorada gatita se acerque y nos haga aunque sea un guiño de ojo.

En nuestra sociedad actual es no sólo común sino aceptado que las mujeres seamos elegidas por nuestra apariencia física (la proliferación de cirugías estéticas así lo demuestra) no obstante ésta apariencia no garantiza que por dentro seamos tan hermosas y apetitosas como lucimos exteriormente, ¿de qué le sirve a un hombre una mujer hermosa a la que difícilmente se puede acercar porque su carácter se los impide?

Cuantas veces el resplandor y el brillo de las luces altas que nos impone la belleza de alguien nos deja temporalmente ciegos para lo verdaderamente importante.


Comentarios

Unknown ha dicho que…
me pareció excelente y muy profunda esta relfexión sobre la belleza física.

a veces hay luces tan intensas q deslumbran y nos impiden ver lo q hay detrás.

saludos! (ahora mismo agregó su enlace en mi blog)
Anónimo ha dicho que…
Y que pasó con el antecesor a Afrodita? desencarnó? ....por qué terminó esa relación? Este artículo está salpicado de gran imaginación y alta creatividad, está GENIAL, para que negarlo pone a calibrar la mente....y por qué no decirlo, también la imaginación.

Clemencia Huertas
Lumediana ha dicho que…
El antecesor de Afrodita era Afrodito (QEDP) que falleció por leucemia, era precioso blanco con un ojo azul y el otro verde...
Mil gracias por sus comentarios y por apostar por mí.
Lumediana
Anónimo ha dicho que…
Me siento muy tocada con ese artìculo,tù lo sabes
Carlos Dario Madrigal ha dicho que…
Que articulo tan rico de leer. Nos acerca a reflexionar sobre lo que percibimos de la belleza y como nos dejamos "engatuzar".
Excelente!

Entradas populares de este blog

LA SEXIGENARIA

HADA DE LAS ALAS ROTAS.

LA RESURRECCIÓN DE COQUITO