MAESTROS EN EL FIRMAMENTO.

Cuando el mar está más turbulento, los pelícanos suelen dar un espectáculo increíble:
Sobrevuelan a una altura considerable mientras las olas inclinan sus crestas hacia lo alto como invitándolos a que lo visiten. Invitación que es aceptada con profunda reverencia por ellos, entonces la suavidad de sus aleteos es sorprendida por un descenso en picada hasta las profundidades del mar para salir posteriormente y posarse sobre la cima de las olas en imperturbable serenidad mientras el oleaje amenaza con hundirlas de nuevo. Los pelícanos entonces descansan tranquilamente en medio de la turbulencia del mar, como si el ruidoso oleaje fuera música para sus extraños sentidos.

Supongo que para ellos ese acto no reviste mayor valor, no tienen que ir a entrenarse en saltos, tampoco superar fobias ni nada por el estilo. Entonces pienso, que sencilla fuera la vida para nosotros si pudiéramos enfrentar la furia de nuestros problemas de la misma forma, si nos dejarámos seducir por el reto que contiene un problema, y descender en picada y sin temor hasta la médula del mismo, extraer la lección que este nos tiene y después podernos sentar tranquilamente sobre la turbulencia que todo problema crea en nuestras vidas a proyectar nuestra calma sobre el movimiento externo, o simplemente nos sentaramos a esperar sobre las crestas de las olas de nuestras preocupaciones, cuando a veces eso es lo único que podemos hacer.



Si, muchos problemas que enfrentamos en la vida requieren quietud después de haber averiguado la lección que ellos nos traen, guardar quietud en medio de la turbulencia es muy difícil, mas no imposible. Requiere paciencia y un ejercicio envidiable de auto observación, de poder ser testigo de uno mismo mientras se viaja por procesos internos que nadie excepto uno mismo puede elaborar.

Cuando el mar esta calmado he notado que los pelícanos frecuentan menos la superficie del agua, ignoro el motivo, me gusta creer que es porque les resulta atractivo el panorama desde arriba, entonces simplemente se dedican a explotar su verdadera naturaleza: volar.

Nosotros lo hacemos distinto, durante la turbulencia de los problemas huimos, confundimos huir con volar, cuando nuestra superficie esta calmada entonces convocamos con frecuencia nuevos problemas. Tengo la sensación que a veces nos estacionamos en el cuerpo del sufrimiento y solo nos concebimos vivos si estamos rodeados de suficiente turbulencia que haga hervir nuestra sangre, por eso no debe extrañarnos nuestra incapacidad para contactarnos de la mejor manera con nuestra verdadera naturaleza: conjugar el verbo amar en todos los tiempos.

Los pelícanos viven los ciclos de una manera participativa, aceptan los cambios en la naturaleza de manera natural, no oponen resistencia a la lluvia, a la turbulencia del océano, o a su pacífica calma, aceptan el nuevo día con lo que éste les trae y organizan su agenda siendo fiel a su propia naturaleza mientras se fusionan con los ciclos de la vida. Quizá nosotros deberíamos tomar ejemplo de ellos y fluir pacíficamente con nuestros propios ciclos, con el movimiento constante sobre el cual vivimos, escuchando mejor las situaciones por las que atravezamos; y aprendiendo a diferenciar cuando una lucha es fértil y cuando solo es cuestión de cooperar sin resistencia alguna con lo inevitable.

Comentarios

Carlos Dario Madrigal ha dicho que…
Que maravilla de articulo! Me diste en la vena del gusto con esa perspectiva del vuelo. Creo que el resolver mis miedos a la incertidumbre de las alturas fue lo que me motivo a volar.
Gracias por tan bella reflexión.
Carlos Dario
Anónimo ha dicho que…
Bello retrato escrito, me hiciste fluir a traves de esos oceános que dbujaste. Aceptar el campo fértil y también aceptar el campo que no lo es
Anónimo ha dicho que…
Definitivamente no es fácil navegar calmadamente en las turbulencias de la vida... ni tampoco lograr lo del pelícano: conservar su silencio interior en medio del ruido exterior. La única manera que conozco para alcanzar ese estado de "quietud" mental, es la meditación. Meditando nos abstraemos del caos que nos rodea y contactamos un nivel del conciencia "relajada" que nos vuelve maestros del firmamento
Felipe A Lora

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