ENTRENAMIENTO BÉLICO
Existen unos establecimientos en los que a la gente le gusta celebrar los cumpleaños de los menores, son como unos clubs llenos de maquinitas tragamonedas con mesas alrededor donde los invitados disfrutan de comida rápida que es la única que venden en éstos sitios. Aunque no me llama la atención visitar estos sitios, a veces he acudido. Siempre se teje para mí el mismo panorama: los invitados somos asignados a una mesa, donde esta dispuesta una pizza que generalmente ya está fría, y unos sándwiches de pan blanco nada apetecibles con bebidas gaseosas cuyo consumo es ilimitado, después cada invitado compra las monedas ficticias para meterle a las máquinas y todos se dispersan por el enorme lugar y se meten en sus máquinas con la misma concentración con que yo lo estoy en éste momento frente a mi computadora.
La interacción entre los invitados es nula, como hay tanta gente celebrando, uno ni siquiera sabe quienes son los invitados a la misma fiesta en donde uno lo está. Lo que sea con tal de no interactuar, hasta ese triste punto hemos llegado, hemos desplazado los escenarios familiares donde el ritual de preparar una reunión para atender a nuestros invitados era parte de la diversión, donde nos reuníamos a conversar, admirar los hijos de los demás, ver cuánto han crecido, comer juntos comida más saludable, y sobre todo tener el poder y el control sobre la diversión de nuestros hijos. Un control que pese a todo lo que abogo por la libertad estoy convencida que más que obligado es una responsabilidad familiar y civil, si es que queremos dejarle a nuestros hijos unas buenas bases para que se desenvuelvan en el mundo.
Como no disfruto de las maquinitas y tampoco queda nadie con quien entablar una conversación porque padres e hijos están absorbidos por las dichosas máquinas, suelo darme una vuelta por el lugar, para verificar con mis propios ojos lo que ya sabía, pero que al igual que los padres de todos esos niños no queremos ver, que las maquinitas tragamonedas tienen una temática en común: matar, destruir o sacar del camino algo que se interpone entre nosotros y nuestra meta, en este caso la recompensa económica de ganar boletos para reclamar regalos, pero que por la baja calidad de ésos regalos, uno comprende que lo que ése niño está buscando es competividad, ser mejor que el compañero de la máquina tragamonedas de al lado, porque necesita ser lo suficientemente bueno para alguien ya que seguramente siente que no lo es para su familia. La última vez que estuve en éste sitio me percaté de que los niños estaban apuntando con pistolas a una pantalla donde habían personas que se movían, a mayor cantidad de personas que se eliminaran había un premio mayor, también había otra en donde lo que se movían eran insectos, y la meta era eliminarlos también, lo que más me llamó la atención era que habían niños que ni siquiera alcanzaban a ver la pantalla, pero la pasión con que disparaban me dejaba ver que estaban tan interesados en disparar que no importaba el blanco. Y luego nos sorprendemos porque un niño menor dispara en una escuela a otro. En otro cuadro observé a un padre mostrando a su hijo estrategias sobre como tomar el arma y disparar mejor, tenía que levantarlo para que viera la pantalla porque el pequeño no debería tener más de cinco años.
Éstos son los mismos personajes en cuyas manos quedará éste planeta algún día, y me pregunto ¿Con qué autoridad moral le podremos enseñar en casa a éstos niños a cuidar los animales y el medio ambiente si les permitimos y hasta celebramos que maten animales virtualmente ¿Cómo podremos enseñarles a amar a los demás si les permitimos matar virtualmente personas porque se interponen entre ellos y su meta?
La doble moral en que estamos sumergidos en la educación de nuestros pequeños es alarmante, los padres que llevan a sus hijos allí, son padres como usted o como yo, personas trabajadoras que se supone que están dentro del marco legal de la sociedad, no obstante se dejan atrapar por lo que esta de moda, por modelos culturales ya establecidos, y no se detienen a replantear de que manera pueden afectar a sus hijos llevándolos a éstos sitios, y permitiéndoles participar de éste entrenamiento bélico, porque eso es lo que es la práctica de este tipo de juegos.
Lo que se me hace más sorprendente aún es porque en un país como éste donde la legislación es tan férrea y la protección al menor tiene tanto rigor, no se ha legislado sobre éste tipo de "diversión". Ya que el gobierno aún no lo hace, los padres de familia deberían crear su propia legislación respecto a la diversión de sus hijos y respecto a la manera como refuerzan en sus hijos la competitividad y la manera de ejercerla, porque la base de toda violencia radica en quien es mejor que yo, y como puedo ser mejor que el otro. En un menor, ser mejor es cuestión de supervivencia afectiva en el corazón de sus padres; y el fin justifica los medios. El discernimiento al respecto es un entrenamiento arduo en el que está incluido vigilar exhaustivamente cuales son los medios de diversión que nuestros hijos están utilizando.
La interacción entre los invitados es nula, como hay tanta gente celebrando, uno ni siquiera sabe quienes son los invitados a la misma fiesta en donde uno lo está. Lo que sea con tal de no interactuar, hasta ese triste punto hemos llegado, hemos desplazado los escenarios familiares donde el ritual de preparar una reunión para atender a nuestros invitados era parte de la diversión, donde nos reuníamos a conversar, admirar los hijos de los demás, ver cuánto han crecido, comer juntos comida más saludable, y sobre todo tener el poder y el control sobre la diversión de nuestros hijos. Un control que pese a todo lo que abogo por la libertad estoy convencida que más que obligado es una responsabilidad familiar y civil, si es que queremos dejarle a nuestros hijos unas buenas bases para que se desenvuelvan en el mundo.
Como no disfruto de las maquinitas y tampoco queda nadie con quien entablar una conversación porque padres e hijos están absorbidos por las dichosas máquinas, suelo darme una vuelta por el lugar, para verificar con mis propios ojos lo que ya sabía, pero que al igual que los padres de todos esos niños no queremos ver, que las maquinitas tragamonedas tienen una temática en común: matar, destruir o sacar del camino algo que se interpone entre nosotros y nuestra meta, en este caso la recompensa económica de ganar boletos para reclamar regalos, pero que por la baja calidad de ésos regalos, uno comprende que lo que ése niño está buscando es competividad, ser mejor que el compañero de la máquina tragamonedas de al lado, porque necesita ser lo suficientemente bueno para alguien ya que seguramente siente que no lo es para su familia. La última vez que estuve en éste sitio me percaté de que los niños estaban apuntando con pistolas a una pantalla donde habían personas que se movían, a mayor cantidad de personas que se eliminaran había un premio mayor, también había otra en donde lo que se movían eran insectos, y la meta era eliminarlos también, lo que más me llamó la atención era que habían niños que ni siquiera alcanzaban a ver la pantalla, pero la pasión con que disparaban me dejaba ver que estaban tan interesados en disparar que no importaba el blanco. Y luego nos sorprendemos porque un niño menor dispara en una escuela a otro. En otro cuadro observé a un padre mostrando a su hijo estrategias sobre como tomar el arma y disparar mejor, tenía que levantarlo para que viera la pantalla porque el pequeño no debería tener más de cinco años.
Éstos son los mismos personajes en cuyas manos quedará éste planeta algún día, y me pregunto ¿Con qué autoridad moral le podremos enseñar en casa a éstos niños a cuidar los animales y el medio ambiente si les permitimos y hasta celebramos que maten animales virtualmente ¿Cómo podremos enseñarles a amar a los demás si les permitimos matar virtualmente personas porque se interponen entre ellos y su meta?
La doble moral en que estamos sumergidos en la educación de nuestros pequeños es alarmante, los padres que llevan a sus hijos allí, son padres como usted o como yo, personas trabajadoras que se supone que están dentro del marco legal de la sociedad, no obstante se dejan atrapar por lo que esta de moda, por modelos culturales ya establecidos, y no se detienen a replantear de que manera pueden afectar a sus hijos llevándolos a éstos sitios, y permitiéndoles participar de éste entrenamiento bélico, porque eso es lo que es la práctica de este tipo de juegos.
Lo que se me hace más sorprendente aún es porque en un país como éste donde la legislación es tan férrea y la protección al menor tiene tanto rigor, no se ha legislado sobre éste tipo de "diversión". Ya que el gobierno aún no lo hace, los padres de familia deberían crear su propia legislación respecto a la diversión de sus hijos y respecto a la manera como refuerzan en sus hijos la competitividad y la manera de ejercerla, porque la base de toda violencia radica en quien es mejor que yo, y como puedo ser mejor que el otro. En un menor, ser mejor es cuestión de supervivencia afectiva en el corazón de sus padres; y el fin justifica los medios. El discernimiento al respecto es un entrenamiento arduo en el que está incluido vigilar exhaustivamente cuales son los medios de diversión que nuestros hijos están utilizando.
Comentarios
Estudios médicos recientes han concluido que “exponerse a la violencia de los videojuegos aumenta considerablemente la excitación fisiológica y los sentimientos de enfado o animosidad y reduce de forma significativa la inclinación a ayudar y a cuidar de los demás”"
Felipe A Lora
Concentrándome en el punto principal sobre los juguetes bélicos, estoy deacuerdo contigo en muchas frases, pero no hay que olvidar que cuando tenemos ninos de 8 anios, ellos se super divierten en esos lugares, no tratan de ser aceptados por nadie cuando compiten, y mucho menos son se sieten menospreciados en sus hogares, al contrario estar alli es un premio total para ellos.
La diversión tecnológica hipnotiza, así como los adultos nos hipnotizamos en el computador, o algunos padres viendo pornográficas, y todo en exceso es malo. Se vive una doble moral en la vida la cual muchas veces por comodidad aceptamos este tipo de eventos.
los invitados de la fiesta se saben cuales son porque al ser llamados por un autoparlante cada vez que colocan alguna comida en la mesa, deben acercarse, a la mesa correspondiente la cual en su mayoría carece de espacio, también es un tipo de evento tipo self service donde los anfitriones no tienen que atender, ni divertir, ni limpiar, ni entretener a los invitados,los ninos disfrutan mucho porque no tienen las limitaciones que tendrían en un apto o casa con los reganos de los adultos de no hagas, no tumbes, no corras......allí son libres, allí son los protagonistas todos, no solo el cumpleanero, es como la discoteca pero a su edad.
Esos lugares me atormentan pero cuando analizo que pocos son los sitios dedicados a los ninos y sus diversiones me alegro que ellos puedan disfrutar de un lugar a su medida. Quien no tiene ninos pequeños no disfruta de un lugar así.
Ojala el contenido de los juegos tuviesen mejor contenido, pero ellos no sentirían diferencia entonces del colegio, ni lo sentirían entonces como la discoteca a su edad,
"Ojo no con esto estoy aprobando", solo trato de entender el origen de las situaciones.
si nos detenemos a ver el contenido en el TV tampoco es el apropiado, lo negativo vende mas , y es por eso ese tipo de material se ha ido de las manos en una sociedad consumista.
En todo caso ese sera solo su problema. Excusas, excusas, de eso estamos llenos, para no asumir la verdadera responsabilidad que tenemos sobre la educacion de las futuras generaciones, las mujeres de ahora se quejan todo el tiempo de que no les alcanza el tiempo, y acaso piensan que a las madres de antes si?
Pensemos y reflexionemos que es la unica invitacion que nos hace la autora de este blog con sus profundas reflexiones sobre nuestra sociedad y la manera como nos desenvolvemos en ella.