REALIDADES PARALELAS.
El rey de una colonia decidió que a ella sólo entrarían aquellas personas que dijeran la verdad, así que mandó a construir una portería donde la gente era interrogada por un experto en detectar mentiras antes de entrar, y quien mintiera sería ahorcado.
Un viajero que había escuchado la historia, se presentó ante el portero de la colonia. El interrogatorio transcurrió así:
-¿A qué vienes a nuestro reino?- preguntó el portero experto en detectar mentirosos
-He venido a que me ahorquen- respondió el viajero.
-No puede ser, nadie vendría por su propia voluntad para ser ahorcado, estás mintiendo- respondió el experto indignado
-muy bien, si miento ahorcadme, se supone que aquí ahorcan a los mentirosos- dijo desafiante y seguro de sí mismo el viajero
A lo cual el experto respondió:
-lo que pasa es que, si te ahorco por que me has dicho una mentira, haré que esa mentira ya sea una verdad-
Mi madre que ya esta en sus 85 años disfruta intensamente de las telenovelas, cuando la llamo por teléfono, disfruta ponerme al tanto de ellas. Sólo que algunas veces ella cree que algunos personajes de sus novelas son reales y permiten al productor filmar desde su casa algunas escenas, lo cual hace muy seria la situación para ella y con lo cual ella se compromete emocionalmente. La escucho sin emitir opinión, aunque pienso que ella está poco interesada en escucharla, más bien ella necesita ser escuchada. Hace poco ella me describió una escena de una novela que esta basada en la vida real de un personaje al que no sólo conozco personalmente, sino a quien le he escuchado de viva voz su versión de los hechos y cuya escena estaba alterada por la ficción que le imprime el libretista. A pesar de que mi madre y yo hemos sido muy amigas, ella nunca ha sabido de mi relación con el personaje de su novela, y fue muy interesante escuchar de sus labios una versión de los hechos diferente a la que yo conozco de primera mano.
Ese día me quedé pensando en que muchas de las discusiones entre personas se dan porque cada quien quiere tener la versión “real” de algunos hechos, y como, cuando escuchamos una versión distinta de los hechos que conocemos, sucumbimos ante la tentación por tener la razón, por lucir dueños absolutos de un trozo de realidad ajena. Pocas veces consideramos que simplemente cada versión es la real para cada cual, cada versión forma parte del universo de cada persona.
El universo en el que mi madre vive en este momento, es diferente del mío, no porque estemos en países diferentes, ni porque tengamos una brecha generacional de por medio, sino porque la manera que ella elige ver el mundo, es distinta a la que yo elijo. Siempre me pregunto ¿porqué nos cuesta tanto aceptar que la percepción de la realidad es tan individual como lo es la manera en que cada uno se viste?.
También me pregunto de que le serviría a mi madre que yo le contara la versión que conozco de los hechos de su telenovela, quizá sólo le robaría la magia con que ella se enfrenta con su momento presente, y entonces pienso en cuantas veces somos ladrones de cosas que les pertenecen a otros, abanderando nuestro ego, le robamos a la gente su trozo de realidad, apelando a lo que para nosotros es la verdad.
Cada noche cuando llamo a mi madre, descubro que las conversaciones con ella, le permiten sentirse escuchada, es cuando tengo la certeza que el verdadero amor es tan simple como visitar el universo del otro, sin intervenirlo, sólo permitiéndole al otro ser él mísmo.
También me ha sucedido otras veces, en reuniones donde se discute acerca de algún personaje público al que conozco, siempre me sorprende la propiedad con que muchas personas hablan de historias de las que conocen por los diarios, las revistas y la televisión, tanto, que he llegado a pensar que todo lo que dicen es verdad, es cuando termino comprendiendo lo ambiguo y relativo que es el término “realidad”. Tanto como el concepto de “verdad” del que hablaba el experto en detectar mentirosos.
Un viajero que había escuchado la historia, se presentó ante el portero de la colonia. El interrogatorio transcurrió así:
-¿A qué vienes a nuestro reino?- preguntó el portero experto en detectar mentirosos
-He venido a que me ahorquen- respondió el viajero.
-No puede ser, nadie vendría por su propia voluntad para ser ahorcado, estás mintiendo- respondió el experto indignado
-muy bien, si miento ahorcadme, se supone que aquí ahorcan a los mentirosos- dijo desafiante y seguro de sí mismo el viajero
A lo cual el experto respondió:
-lo que pasa es que, si te ahorco por que me has dicho una mentira, haré que esa mentira ya sea una verdad-
Mi madre que ya esta en sus 85 años disfruta intensamente de las telenovelas, cuando la llamo por teléfono, disfruta ponerme al tanto de ellas. Sólo que algunas veces ella cree que algunos personajes de sus novelas son reales y permiten al productor filmar desde su casa algunas escenas, lo cual hace muy seria la situación para ella y con lo cual ella se compromete emocionalmente. La escucho sin emitir opinión, aunque pienso que ella está poco interesada en escucharla, más bien ella necesita ser escuchada. Hace poco ella me describió una escena de una novela que esta basada en la vida real de un personaje al que no sólo conozco personalmente, sino a quien le he escuchado de viva voz su versión de los hechos y cuya escena estaba alterada por la ficción que le imprime el libretista. A pesar de que mi madre y yo hemos sido muy amigas, ella nunca ha sabido de mi relación con el personaje de su novela, y fue muy interesante escuchar de sus labios una versión de los hechos diferente a la que yo conozco de primera mano.
Ese día me quedé pensando en que muchas de las discusiones entre personas se dan porque cada quien quiere tener la versión “real” de algunos hechos, y como, cuando escuchamos una versión distinta de los hechos que conocemos, sucumbimos ante la tentación por tener la razón, por lucir dueños absolutos de un trozo de realidad ajena. Pocas veces consideramos que simplemente cada versión es la real para cada cual, cada versión forma parte del universo de cada persona.
El universo en el que mi madre vive en este momento, es diferente del mío, no porque estemos en países diferentes, ni porque tengamos una brecha generacional de por medio, sino porque la manera que ella elige ver el mundo, es distinta a la que yo elijo. Siempre me pregunto ¿porqué nos cuesta tanto aceptar que la percepción de la realidad es tan individual como lo es la manera en que cada uno se viste?.
También me pregunto de que le serviría a mi madre que yo le contara la versión que conozco de los hechos de su telenovela, quizá sólo le robaría la magia con que ella se enfrenta con su momento presente, y entonces pienso en cuantas veces somos ladrones de cosas que les pertenecen a otros, abanderando nuestro ego, le robamos a la gente su trozo de realidad, apelando a lo que para nosotros es la verdad.
Cada noche cuando llamo a mi madre, descubro que las conversaciones con ella, le permiten sentirse escuchada, es cuando tengo la certeza que el verdadero amor es tan simple como visitar el universo del otro, sin intervenirlo, sólo permitiéndole al otro ser él mísmo.
También me ha sucedido otras veces, en reuniones donde se discute acerca de algún personaje público al que conozco, siempre me sorprende la propiedad con que muchas personas hablan de historias de las que conocen por los diarios, las revistas y la televisión, tanto, que he llegado a pensar que todo lo que dicen es verdad, es cuando termino comprendiendo lo ambiguo y relativo que es el término “realidad”. Tanto como el concepto de “verdad” del que hablaba el experto en detectar mentirosos.
Comentarios
Platón decía que el ignorante no sufre porque no conoce la verdad. El sabio tampoco sufre porque la conoce pero quienes opinan si sufren.
Por otra parte, no hay una verdad absoluta.
Gracias por hacernos reflexionar.
Abrazos, Mirta
Como una medida de escape de aquello que no nos agrada y, a menudo, por miedo a enfrentarnos a la realidad, disfrazamos a nuestro antojo, y de manera consciente, la verdad con la intención de que los otros lo crean como cierto.....paola
Hugo
Aquéllos que buscan incansablemente la verdad -porque ésta promete hacernos libres-, creo yo, pierden su tiempo.
Clemencia Huertas